Este es el cometido más importante de la sabiduría y su indicio: que las obras concuerden con las palabras, que el sabio sea en todas partes coherente e igual a sí mismo. […] La tarea es ciertamente difícil, mas no pretendo que el sabio haya de caminar siempre al mismo paso, sino por la misma ruta.
SÉNECA
Epístolas morales a Lucilio
Vida honesta, y arreglada,
hacer muy pocos remedios
y poner todos los medios
de no alterarse por nada.
La comida moderada,
exercicio y diversión,
no tener aprehensión,
salir al campo algún rato,
poco encierro, mucho trato,
y continua ocupación.
Francisco Gregorio de SALAS
Receta segura contra la hipocondría
¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, de lo verdadero, nada, a no ser una dicha vaga, les dicen a ellos las campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían o que amedrentan a los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya, son mis hermanos, mis dulces hermanos.
Juan Ramón JIMÉNEZ
Platero y yo
La necesidad de verdad es la más sagrada de todas. Sin embargo nunca se habla de ella. Cuando se percibe la cantidad y la enormidad de falsedades materiales expuestas sin vergüenza incluso en los libros de los autores más reputados da miedo leer. Pues se lee como se bebería el agua de un pozo dudoso.
Simone WEIL
Echar raíces
La verdad no llegó al mundo desnuda, sino que vino vestida con tipos e imágenes. Uno no recibirá la verdad de ninguna otra manera.
Evangelio de Felipe
El hecho de que seamos parcialmente «productos sociales» en el sentido de que nos beneficiamos de normas y formas actuales creadas por las acciones multitudinarias de una larga cadena de personas hace tiempo olvidadas, formas que incluyen instituciones, maneras de hacer las cosas y lenguaje […], no crea en nosotros una deuda pública que la sociedad presente pueda cobrarnos y usarla como quiera.
Robert NOZICK
Anarquía, Estado y Utopía
Del evangelio de la alegría de vivir a la instalación de mataderos humanos hay un camino recto.
Theodor ADORNO
Minima moralia
Quien se deja conducir y mandar por las malas opiniones y costumbres de su entorno no se tiene respeto a sí mismo. Y sin respeto a uno mismo no hay moral, ni orden, ni constancia, ni el calor que favorece a la vida.
Gustav JANOUCH
Conversaciones con Kafka
Dios no solo juega a los dados con el universo, sino que además no deja de mirar dentro del cubilete.
Stanislaw LEM
Golem XIV
En lo más secreto de nuestro ser, dondequiera que realicemos nuestros deseos inconfesados, o bien deseamos que la vida sea limpia, clara, plenamente entendida, contenida en límites definidos, o bien anhelamos que sea más amplia, más frenética, más extraña. Enfrentados con un incidente fuera de lo normal, deseamos suprimirlo o desarrollarlo.
John Boynton PRIESTLEY
El hombre y el Tiempo
Es verdad que sincronicidades profundas y de buen augurio pueden dar inicio y acompañar a un formidable despertar espiritual, pero no están exentas de trampas. Pueden transmitir la persuasiva sensación de que no solo estamos incrustados en un más amplio ámbito de significados y propósitos cósmicos, sino de que somos, en cierto sentido, su centro o punto focal.
Stanislav GROF
Cuando ocurre lo imposible
Esa lucecita espiritual que desde lejos parece llamarnos y sostenernos en medio de las sombras del dolor, del abandono, de la desesperanza, ¿es acaso un don de la Providencia, o más bien una engañifa del demonio?
Antonio HERAS ZAMORANO
Vorágine sin fondo
Está bien morir con una fe inquebrantable en el alma, con la convicción de la indiscutible integridad de uno. Feliz aquel que, en la hora de su muerte, examina su conciencia y dice en su oración: «Señor, he cumplido con mi deber».
Borís SÁVINKOV
El caballo negro
Paul Rumsey, Snail |
INTERLUDIO
Sepan cuantos la presente entrega vieren que de un tiempo a esta parte —digamos desde que empecé a bichear letras en un cuadernillo Rubio, años antes de que la dictadura adquiriese empaque parlamentario— no consigo desembarazarme de la impresión de no ser un prosista de altura por más que mi «sintaxis extraterrestre» —luzco esta perla peregrina en el empíreo de la nostalgia— y el desfiladero de mi semántica reciban como una prueba de primor el garbeo de esforzados alpinistas del disenso, a los que absuelvo de toda responsabilidad por su afición a escalar la empinada escritura que extiende hacia ellos la mano fotónica de mis pensamientos y desquites, cuyo estilo ha sido aligerado en esta ocasión, no sé si cumpliendo la claridad que la franqueza quiere de sus circunvoluciones.
Con independencia de la diversa calidad de su orografía, la única regularidad de mi obra es la de haber sido ninguneada no sólo porque me he ocultado como autor tras el antifaz de un seudónimo, pudibundez que nunca ha obtenido el beneplácito computacional de los distribuidores de favores y prebendas, sino porque jamás fui apto para mendigar el vértigo de un público que no he necesitado y acaso tampoco merezco. Constato hacia estos miradores un desprecio parejo al que se comete con otras potencias del alma humana, inútiles y a buen seguro incompatibles con el panorama de inedia cognitiva que definen las pautas culturales. La actitud desapegada del intelecto atento a lo sustancial se ve preferentemente subestimada en tanto que posición reacia a secundar la marchita consagración de la mercancía. Comoquiera que la desdoren, ¿no es también la índole de su sigilo un espacio demasiado sagrado para arruinarlo por cosechar la aprobación ajena? Honrada con estos avales, la saudade del compositor de digresiones incómodas para el prójimo teje en su magín correspondencias por elevación y no escatima preguntarse, arrebujada entre las sedas de su capa ensoñadora, si presagia visos de inmortalidad para la obra preterida el hecho de que su contenido jamás haya trascendido fuera de la montuosa condición de su autor y del nivel enrarecido de conciencia que comparte con sus exploradores clandestinos. No creo que me concierna dirimir esa pesquisa. De cara a la inmensidad de las edades cuenta que la propia voz sea inteligible, no que el auditorio se llene. Por añadidura, en el improbable caso de que llegara a permitirme largar una respuesta, la verdad está de mi parte cuando anticipo que no lo haría sin activar una arrogancia que a luces y sombras, desde cualquier ángulo que la observe, me viene tan sobrada como cualquier otro papel que exhorte rebuznar con tal de no bajarse de la burra del querer.
Desconozco cual es mi rango como autor, como humano y como animal; seguro que no estaría exento de autoengaño si a esta incertidumbre inextricable la llamara fidelidad a lo existente tal como puedo alumbrarlo. Es improbable que el espejo de mis textos me proporcione amistades porque devuelve a quien se mira en él facetas de su condición que no está habituado a ver. Y nótese por la cursiva que cuando aludo a «mis textos», al igual que más arriba a «mis pensamientos», no uso el adjetivo en sentido posesivo: ¿con qué derecho puede el cauce apropiarse del agua que viaja por él? Suscribo sin ninguna reserva la indicación de René Guénon a propósito de los acercamientos a la verdad: «En una civilización tradicional, es casi inconcebible que un hombre pretenda reivindicar la propiedad de una idea, y, en todo caso, si lo hace, se quita por eso mismo todo crédito y toda autoridad, ya que la reduce así a no ser más que una suerte de fantasía sin ningún alcance real: si una idea es verdadera, pertenece igualmente a todos aquellos que son capaces de comprenderla; si es falsa, no hay porque vanagloriarse de haberla inventado».
El causante de estos topetazos contra el techo de la eternidad, que se ha dedicado a transfigurar realidades a contramarcha, ni pretende mancias ni sabe apenas que el morir es toda la vida. De la muerte allende nadie entiende cómo saldrá por muy pacificada con su historial que su alma emprenda el rito de paso a través del ocaso. Si mi literatura es dolorosa, téngase por compromiso cierto que soy como la abeja que entrega el oficio de su vida con el rejo, o como el tejo que lanza en sazón los arilos de su labor agreste.
A sentir cabal el fin no me obsesiona, vivo confiado de pleno al sacramento por antonomasia de la metamorfosis; lo que me horada el juicio a este lado del canal de partida, y no por traumática adhesión a las viejas mudas de la existencia, es que tan increíble como irrefutable parezca que ambos, usted y yo, no estemos soñando nuestra humanidad de una forma similar a la mariposa de Zhuang Zhou. De la incredulidad al milagro va un suspiro.
Que la salida del drama, noble amigo, suponga el reconocimiento definitivo de nuestro ascenso. Es importante —me aviso— que al soltar los enredos marionetiles de la escenificación no nos rehuya el arte de verificar que haber vivido con seso es justo lo que precisamos para salvarnos… de repetir el mismo yerro.
No hagamos prisa. Llegando estamos.
NUDILUDIO
1
Quien bien conoce la existencia no la multiplica. Nada sorprende menos al sabio que aquello que confirma el error de existir.
2
La conciencia no es buena si no es mala. La renuncia hace la fuerza.
3
Dios es lo último que se gana cuando todo se pierde. Dios existe para que no existamos.
4
Ser radical no significa forzar el espectro ideológico hasta sus extremos, sino plantarse por igual frente a la arrogancia de quien manda y la mansedumbre de quien obedece.
5
El intelecto, para ser realista, ha de contar siempre con la imaginación.
6
El esqueleto de la verdad es la duda, y donde esta falta el conocimiento no se sostiene.
7
Si tuviésemos mil rostros, ninguno dejaría de sonrojarse al verificar, en cualquier momento y lugar de nuestra historia evolutiva, que la constancia brilla solo entre los hombres para el ejercicio del mal, del que vencedores y vencidos, modelados con la misma pasta, son igualmente correligionarios. El negocio del yo son los demás.
8
Conviene anticipar, desde la apacible escena que una madre ofrece mientras acuna en brazos a su cachorro, las cuitas que ambos padecerán a lo largo de la existencia no solo, pero no poco, a causa del vínculo de sangre que los ha unido. A despecho de las alegaciones que los procreadores puedan esgrimir en su descargo, la forma suprema de experimentación con animales es tener descendencia.
9
A medida que nos hacemos mayores nuestro único crédito depende de la cantidad de memeces que, por azar o por necesidad, hemos dejado de practicar.
10
La Muerte no se deja pensar y su impenetrabilidad ha dado pábulo a todo tipo de fabulaciones metafísicas, pero sólo en contraste con esa matriz de oscuridad, solo frente a ese Antimundo que nos llama, se ciernen los pensamientos dignos de interés.
11
Nada le debemos a la economía: si estamos aquí es con el fin de ser señores de nosotros mismos, no para ser extorsionados hasta la Muerte pagando con tiempo el espejismo de vida que nos vende el mismo sistema que nos roba el alma.
12
Pocas cosas son tan ciertas en un arte como la disminución de sus encantos a medida que aumentan los profesionales que la cultivan.
13
Tan inagotables son las exigencias del sistema tecnoeconómico como infinita la capacidad humana de colaborar con sus sayones. Si hoy es común opinar que la naturaleza debe ser conservada (pese a que la evidencia muestre que «la naturaleza entera no es más que un dolor concentrado», en palabras de Louis Claude de Saint-Martin) se debe solo a que la rapacidad de los amos necesita poner orden en el limitado almacén de los recursos planetarios a la vez que explota el proyecto de poner a la población en un régimen de clausura y penitencia universales.
14
El poder de la técnica multiplica con sus prestaciones los medios de malignar el alma, forzada por la actualización periódica del envilecimiento a preservar en sí misma una suerte de luminiscencia clandestina o a entregarse sin demora a cada formateo.
15
Bienaventurados los que saben que el sufrimiento no es un regalo que merezca ser reproducido.
16
A mayor conocimiento, menor apego.
17
No es sino partir de la íntima relación con la certeza de la aniquilación personal que la vida superior del espíritu se hace posible, por eso quien rehúsa esta clase de intimidad con la Muerte sigue espiritualmente en pañales.
18
La salubridad de una sociedad se mide por la libertad efectiva de los individuos que la forman, no por la adhesión a la norma, que solo vale para estimar sus necesidades ortopédicas, su grado de deformidad utilitaria, su cuota compartida de excrecencias.
19
Suplamos con ricas lecturas la escasez de interacciones sociales que valen verdaderamente el esfuerzo.
20
El miedo que quiere salvar el cuerpo es el mismo que quiere matar el alma.
21
A poco espacio en blanco que se le deje, la civilización lo llena de porquería. Si algo destaca de nuestro común patrimonio es la cantidad de costras que el industrioso afán de domesticar lo habido y por haber excreta por doquier. ¡Ni los cadáveres encuentran ya en la tierra la naturalidad de ser humus! A imagen y remedo del Demiurgo responsable del experimento universal, la historia de la humanidad ha hecho gala de un formidable despliegue técnico a la par que de un penoso desarrollo moral no obstante las proezas singulares que, contra villanos y cortesanos, florecen de forma efímera en el perenne campo del espíritu.
22
El bautismo debería reemplazarse por el sacramento de confirmación toda vez que cada nacimiento confirma que el espíritu se ha retirado de este mundo.
23
Del yo sé qué al qué sé yo solo hay media vida de distancia; la mitad donde acábase por entero su recorrido.
24
La razón del mundo no parece otra que causarnos tormento; no porque Dios quiera poner a prueba la calidad de nuestra fe, eso es una chonchá, sino porque a cada instante vivido de forma consciente lo hiere el nervio de la totalidad.
25
Antes los Estados daban pan y circo a la plebe. Ahora la plebe es pan y circo para los estadistas.
26
Los símbolos, y toda forma es simbólica, nos enseñan el camino de vuelta a casa, al hogar primordial que ciertamente no está radicado en este mundo pero que ha distribuido en él portales que se abren al corazón iluminado por constelaciones de contrarios.
27
La existencia genera amarguras sin tasa y nada más que dos tipos de amargados: el que acepta que su estado es inherente al conocimiento proporcionado por la experiencia, y el que no puede aceptar su condición mientras haya alguien menos amargado que él. «Escayola a los demás porque me he roto un brazo», amonesta el ronchacardos.
28
A partir de cierto nivel de sofisticación las máquinas no son concebidas para facilitarnos la vida sino para suplantarla. Cosificadas las energías en el reino de la tecnificación masiva donde la confusión entre lo real y lo ficticio se ha vuelto tan normal como el carácter editable de la verdad; donde la irrelevancia de los hechos contrasta con la prepotencia de las fruslerías que acaparan los parabienes de la comunidad electrodomesticada, hasta la noción de lo auténtico desaparecerá como fósil de los registros de un mundo periclitado tras el sucedáneo virtual de la verdadera vivencia.
29
Quiero explicarlo todo y todo se burla de mí, lo que me lleva a especular que tal vez hayamos sido creados con el propósito expreso de servir de mofa. Las hazañas del ingenio humano deben ser tan irrisorias a ojos de una inteligencia inmutable como las modas que cubren nuestras armas reproductivas lo son a la vista de quien reconoce, desnudo de orgullo, la inanidad de la existencia.
30
Pierde la criatura humana su inocencia desde el instante en que transforma el agravio de haber nacido en el derecho a cometer la misma crueldad.
31
Alguien ha dicho, y no pocos han pensado, que la Tierra es redonda para que no podamos ver el final del camino. ¡Criaturesca inversión de perspectiva! El camino no tiene fin, de ahí que toda la historia gire alrededor de un centro inalcanzable.
32
Todo torcido en vez de todo derecho, el Estado debe su fuerza a la anulación de las inteligencias naturales, por consiguiente el individuo sólo desarrolla su fuerza intelectual pese al Estado, contra el Estado y, mejor aún, fuera del Estado.
33
Ningún pensamiento es inmune a la tentación de ser divulgado, pero ceder a la publicación es más que suficiente para alimentar sospechas sobre las motivaciones que no expresa.
34
Quien es dado al hábito de reflexionar sólo puede ser solidario en la más estricta soledad. Basta que alguien lo interrumpa cuando está concentrado en su aventura intelectual para que la idea del homicidio acuda a su encuentro tan a necias como aquel que le impone su presencia.
35
En este mundo ya no caben espectadores, todos somos actores tragados por un insaciable panóptico, ingredientes batidos en la misma mayonesa de espantos.
36
Puesto que existir es haber caído en la trampa de la materia, desear la inexistencia como única salida de la claustrofobia que el hombre siente cuando es en verdad hombre no deja de ser un anhelo, luego una trampa dentro de la trampa, otro encadenamiento a las ilusiones que tendemos a asumir demasiado pronto como realidad y, a efectos prácticos, un ímpetu que agrava el sufrimiento derivado de haber nacido.
37
En una tierra rendida a la enajenación, las ganas de desaparecer son el mejor indicador de salud mental. Sólo quien conoce a fondo la gravedad de su pesar vive de manera que podría entregar la vida en cualquier momento.
38
La realidad es increíble; lo raro sería no ver que en su funcionamiento lo milagroso interviene más que lo racionalmente comprensible.
39
Quien aún no haya tomado conciencia de la trampa despótica en que estamos, o bien es parte activa del problema o bien un majadero.
40
Pocas actitudes rebajan tan eficazmente la vanagloria de un escritor como asumir, desde la primera palabra, que trabaja para la arqueología.
41
Para cualquier espíritu lúcido vivir en sociedad es una forma de tortura no exenta del atractivo, depravado, de avanzar por un viacrucis.
42
Al desarrollo hipertrofiado de la técnica ya no le basta con mantener la destrucción sistemática del hogar y de quienes lo habitan, quiere que ambos se optimicen ad infinitum mediante un proceso de reciclaje de sus componentes básicos que los ponga de nuevo en circulación una y otra vez, sin cuidado ni demora, como un recurso atrapado en el montaje de la cadena perpetua de la expropiación.
43
Quien procrea comete una triple falta de respeto (aquí entendido en el sentido kantiano de atención a los demás como fines, no como medios): hacia el hijo forzado a descender a este mundo, hacia los que sufrirán un menoscabo por la presencia de otro competidor en la jungla social y hacia sí mismo por la imponderable cadena de abnegaciones que la crianza en óptimas condiciones implica. Parafraseando a Nietzsche, quien en contra de la guerra observó que «embrutece al vencedor, envilece al vencido», en esta nave galáctica marcada por la profusión de cuerpos menesterosos de alma urge denunciar que la procreación «embrutece al progenitor, envilece al descendiente». El hombre noble quiere ascender, su ánimo tiene ascendencia, el vulgar prefiere, no concibe otro impulso que el de descender, luego quiere descendencia.
44
«Asfixiamos los fetos monstruosos, y hasta ahogamos los niños si son débiles y deformes. No es ira, sino razón, separar las partes sanas de las que pueden corromperlas», escribió Séneca en el tratado que dedicó a esa pasión capital. Cabe plantearse, sin auspiciar por ello propósitos eugenistas, si el filósofo se quedó corto en su observación por temor al anatema. Examinado el drama del nacimiento con corazón piadoso, ¿qué neonato es ajeno al desafuero de multiplicar un fiasco evolutivo por otro? Y si con justa sensibilidad debe ponerse en consideración tanto que el mamoncete engendrado no ha decidido su concepción como que la prioridad de una conciencia responsable no es «la felicidad» hipotética que el progenitor frívolo desea para sus hijos, sino evitar que el mal cause el mayor número de víctimas de los problemas reales, ¿por qué razón habría de ser más plausible permitir que un bebé sano y bien formado asuma la carga de vivir sin la clemencia que se tiene con el contrahecho?
45
En el nombre del padre y de la madre, el mayor sacrilegio cometido contra Dios es la procreación.
46
Hay tanto zote que se siente con derecho a asfixiar a los demás por miedo a contagiarse de libertad, que no ya por legítima defensa sino por contribución a su coherencia deberíamos emparedarlos.
47
El artista desdeñado se duele de su suerte conforme a lo que ignora de la celebridad, cuyo precio se paga con la libertad y no pocas veces con el talento.
48
Raro es hoy el anciano que no muere tan infantilizado como sus nietos y aún más raro el niño que no nace más pocho que su abuelo.
49
El progreso no aporta ni una sola idea sin exterminar otras muchas.
50
Si hay un lugar ajeno a la dicha es la existencia, pero si hay una razón que incita a abstenerse de repoblar la desdicha no se halla en otra parte.
Louis Gallait, Guerre |
51
¿De qué vale la erudición si en vez de ser un puntal de sabiduría funciona como un alambique de envanecimiento? Junto con la humildad que es indicio de verdadero conocimiento, pierde el docto no solo el natural despliegue de su intelecto a través del estudio, sino el menor respeto por el ajeno. ¿A cuántos intelectuales no hemos visto rendir ignominiosamente el uso de sus facultades críticas frente al más burdo de los bulos difundidos por los medios de adoctrinamiento masivo? «La manera más segura de ser engañados es creernos más astutos que los demás», escribió La Rochefoucauld. Y Stuart Mill: «La fatal tendencia de la humanidad a dejar de reflexionar sobre algo cuando ya no genera ninguna duda es la causa de la mitad de sus errores».
52
Si el primordio de la ciencia es la capacidad de examinar los problemas desde diferentes ángulos, la sabiduría es la facultad de mantenerse centrado entre la multiplicidad de puntos de vista y la inmensidad de lo incognoscible.
53
General y funeral han venido a significar lo mismo. Entre las muchedumbres amedrentadas ya no hay espacio para otra exaltación que no sea la desvalida fisiología de una sociedad de imitadores, de cerebros clónicos que han hallado su motivación en el regreso a lo indiferenciado antes de que el pulso ceda a Dios lo que es de Dios.
54
Nada es más fácil que volvernos odiosos cuando expresamos ideas cabales con el ardor de un neófito. Siempre que nuestro tono se encrespe, practicar el exorcismo de observarnos desde fuera con ojos extemporáneos hasta que el pudor haga su aparición restaurando la compostura.
55
Si además de vulnerar confianzas, corromper afectos y debilitar inmunidades —verdades que no parecen importarles demasiado— las mujeres supieran que el miedo las avejenta, no habría alarma que durase más que un suspiro.
56
A golpe de ariete tecnológico puede ser allanado cualquier templo, nunca el numen que lo erigió.
57
La primera virtud de un espíritu dotado de una cordura mínima es hipocrática: no aumentar el daño. Así pues, siempre que pueda evitarse, procrear solo es un acto excusable para quien tiene ánimo de torturador.
58
Todo el mundo se retrata cuando saltan las alarmas. Y solamente los menos entre los muy pocos salen favorecidos por el aguafuerte del desastre.
59
¿Un dios de gluten amasado? El caso movería a risa si no hubiera sido la miga de imponderables profanaciones.
60
Fariseos arriba, filisteos abajo y atrincherada en su soledad la razón inaudita de la minoría que ha despertado en el quirófano social sin posibilidad de escapar. La historia no se repite necesariamente, pero esta es la historia más repetida.
61
El principio de justicia es a un tribunal lo que la santidad a una misa.
62
Tan creativo es el miedo dando visos de realidad a su fantasmas como inventando culpables a los que cargar con los perjuicios evitables que sus adictos ocasionan.
63
Privado de talento para desvelar verdades sutiles, el moderno se ha entregado con furor a la invención de exactitudes.
64
Todos los padres esperan de sus hijos que los superen, que sean superiores a ellos, sin haber resuelto la cuestión de averiguar mediante qué prodigio podría descender de dos disminuidos un ser de mayor rango.
65
El remedio está en los medios, no en los fines.
66
Con distinta tesitura, todas las piedras labradas por el delirio inconcebible de las eras entonan la misma lengua, esa voz de hondura inenarrable que también es ara fehaciente del ser que la pronuncia.
67
La cantidad de noticias que un individuo puede absorber por unidad de tiempo mide no solo la tendencia de la sociedad al borreguismo, sino su proximidad a la muerte cerebral.
68
Nos toca ser como el junco, que se dobla en vez de partirse con el viento y recupera su firmeza en cuanto cesa, el problema es que nos están podando. Ese filo no hay tallo que lo resista.
69
En este siglo de aberraciones progresadas, el averno extiende su tarea mortificadora sobre nuestras quijoteras en lugar de ubicarlas bajo nuestros pies. Podría incluso aducirse que hoy lucen los cielos la metalizada firma del Antidiós.
70
Al fondo ya no hay sitio, lo han llenado de trastos —algunos de ellos tan animados que incluso maman.
71
La vida solo es un medio para la curiosidad, no un deber para el ser, e incluso en las circunstancias más horrorosas la confianza en uno mismo invita a mantener activa la facultad de señalar el mundo desde un lugar situado más allá de hombres, prohombres y pronombres.
72
Para entender a los vivos es menester codearse con los muertos.
73
Donde el terror manda, hasta la piedad se pudre en aislamiento por asepsia.
74
Rara vez piensa uno con sinceridad (antes bien, se felicita por ello) la innoble participación en la mascarada del mundo que supone dar al trato con sus semejantes una apariencia de cordialidad cuando en ningún momento puede apartar de su mente que, en la mayor parte de las situaciones, estaría mejor sin ellos y ellos sin él.
75
La expansión de la técnica es la obesidad mórbida de la ciencia.
76
«Solo los culpables puede tener religión», ha escrito Gil Bera. Suponiendo que la experiencia mística del enigma que nos envuelve e intercala esté excluida de su aserto, el primer credo y pasto de las restantes supercherías que ha abrazado la grey humana es el don de la vida.
77
No es posible estilizar lo bueno sin esterilizar lo malo. Si por amor a su bien fuera, no habría hijo que al mundo viniera.
78
La campaña monotemática desplegada a nivel mundial con el fomes de alarmar la atención del público ha instituido una guerra total, una conquista geopolítica de posiciones mentales cuyas víctimas se cuentan por miles de millones de almas morbosamente abducidas por un artefacto de atracción permanente del que todos, propicios y renuentes, son reos de cognición.
79
El mundo cambia por completo cada vez que uno lo piensa.
80
Que una dictadura no parezca autoritaria es lo habitual para la atolondrada mayoría cuando el poder ha empleado con eficacia sus medios en orden a que la verdad parezca mentira y la mentira verdad.
81
Las ideas más refulgentes nos asaltan en las situaciones más oscuras y de la manera menos esperada, pero sería un error suponer por ello que las más sublimes proceden del fango de las circunstancias. Lo feo, lo hediondo, lo ruidoso y, en fin, lo calamitoso, propicia que seamos frecuentados por ideas espantosas y temerarias de las que no resulta fácil desprenderse.
82
Ningún tonto es bueno. La probidad del memo no es virtud decidida, sino incorregible bestialidad.
83
El servil no desdeña nunca la ocasión de ser vil.
84
De los entretenimientos electrónicos que gozan de mayor feligresía se podría con justicia afirmar que proporcionan, junto con una precaria evasión de la rutina, el castigo por la fuga.
85
Nada queda por salvar de este mundo, excepto la memoria para no volver.
86
Un verdadero maestro no busca discípulos; no los busca porque sabe que son antes que nada los más fieles herederos de sus defectos.
87
Quien pretende abrazar la luz con exclusión de la oscuridad se hace sombra a sí mismo.
88
Imposible no sublevar el alma cuando uno es considerado parte de la misma especie que ha asumido como algo normal vivir con un bozal, símbolo supremo de atrofia espiritual, de la desaparición del propio ser bajo la profanación que se le impone como expresión unívoca de su privación sensorial.
89
Vieja o nueva, heredada o remozada, la normalidad es un concepto relativo a la eficiencia instrumental del sujeto, no a la dignidad de aquellos que han de vivir de acuerdo con ella.
90
Cada ser tiene haz y raíz; haz de estrella y raíz de abismo.
91
No hay peor invidencia que la de aquellos que se limitan a seguir las doctrinas de otros sin cuestionarlas, sea tomando la creencia como ciencia o la ciencia como creencia, pues no solo permanecen ignorantes para sí mismos sino que se sienten inseguros ante la libertad de quien inquiere la verdad. Ejemplo paradigmático de este sesgo fue Tertuliano, autor que exhortaba de esta guisa a los fieles en sus Prescripciones: «Fuera aquel que siempre está preguntando, porque nunca será oído». No es causal que los mismos que han puesto impedimentos a la respiración hayan impuesto filtros al pensamiento.
92
El arte nos permite manejar verdades nucleares sin sufrir los estragos de sus radiaciones.
93
La verdad es para la soledad, la falsedad para la sociedad. Ninguna institución civil resistiría sin el armazón de mentiras montadas contra la conciencia del sarvam dukha, «todo es doloroso», que aporta un atento, luego desprogramado examen de la realidad.
94
El acceso a los infiernos ya no está iluminado por las piras donde se derriten entre alaridos los condenados, sino por luces led que ahuyentan incluso a los mosquitos.
95
Cada vez que un neonato prorrumpe en vagidos, ríe la Bestia por el alma capturada.
96
La coleta en la sopa. Por honrado que uno sea, antes o después algún canalla lo convierte en traidor de sí mismo.
97
El recuerdo de lo que fuimos es nuestro futuro. Si ignoramos lo que va a suceder no es porque no haya ocurrido, sino porque nuestra apuesta biológica depende de mantener en juego la ilusión de que actuamos por voluntad.
98
Todos sabrían que el origen del derecho está ligado a la fuerza para imponerse de hecho y con cohecho si no fuera porque encubre, mediante la eficiencia de su atrezo, la violencia de su primacía.
99
De altavoz ha servido siempre la violencia a los faltos de elocuencia.
100
Más desnuda el odio que el amor. Las formas exteriores de una conducta nunca son tan fieles a las formas interiores de la personalidad como cuando se actúa por aversión.
E. Plontke, Der Trinker |
101
Desde que tocamos la información, resbalamos por los hechos.
102
El varón es una bestia encarnizada cuando hace la guerra, pero la hembra no es menos feral cuando en un acto de coñocracia se cree autorizada a ser madre.
103
¡Dichosos aquellos que sonríen a lo último! Que el alivio de expirar sobrepuje al dolor de haber vivido.
104
Solo la imaginación nos iguala a los dioses y solo ella nos asiste en las penurias de una existencia infernal.
105
Reservar para el cielo lo que escaseaba en la tierra ha sido, desde que existe el fraude, la especialidad de los acaparadores. Hoy ese cielo de farsa está en el «futuro sostenible».
106
La chispa divina en el hombre no es la razón, como han creído sus beneficiarios desde Sócrates, sino la imaginación. La imaginación afina lo que la razón alcanza solo a bocetar.
107
Sin la periódica alucinación del sueño, viviríamos solo un largo día de enajenación. De igual modo, sin una dosis regular de atenuación cognitiva, el mundo, zalamero en los preámbulos de sus artificios, acabaría siendo terrorífico para las mentes que no doblega a fuerza de tentaciones.
108
Llegados a estos páramos de la evolución humana, no podemos aspirar a enmendar el mundo sin complicarlo. Podemos, cuando mucho, documentar la catástrofe.
109
Sin quitar importancia a la realidad estructural que tiene la estratificación social ni restar poder a los mitos icónicos de los que cada clase nutre su imaginario, el conflicto primordial no surge entre los intereses que separan a la base sometida de la cúpula dominante, sino entre la clase reproductora que participa activamente en la continuidad biológica del sistema y los individuos que se abstienen de seguir moviendo la noria proletaria.
110
No hay pobreza más extrema que la envidia, ni más soberbio extremo que la codicia de pobreza.
111
Nadie alabe la vida hasta que el juicio acabe. Otra vez: nadie se dé por enterado hasta que no esté enterrado.
112
—¿Pero tú eres de izquierdas o de derechas?
—No me gusta el fútbol, y menos si ambos equipos quieren usar mi crisma como balón.
113
Crear, curiosa forma de bosquejar a imitación de lo desconocido.
114
Nadie está más equivocado que quien se convence de que no ha nacido por equivocación.
115
Sierva del engañoso sentido de la posesión, la mentalidad moderna no sabe decir «este mundo»; incluso cuando lo aborrece, dice «mi mundo».
116
Si la vejez depara una perspectiva especial, es la asociada al grado de realismo alcanzado para discernir que aun las experiencias más valiosas que depara el curso de una vida no son suficientes para compensar el terrible agravio de haber nacido; que existir, en resumidas cuentas, no es sino un sucedáneo, una metadona de la nada que, bien lo sabe el alma curtida en las inclemencias del mundo, hubiera sido preferible no abandonar.
117
Vívase con los ojos abiertos para morir con el alma despierta.
118
La renuncia fundamentada en el desapego del mundo comporta tanto horror para el profano como alivio para el que ha iniciado el camino directo de uno a Dios.
119
No estoy seguro de que la libertad haga verdaderos hombres, pero sé que solo los hombres verdaderos vuelven lúcido el sueño de la libertad.
120
Las emanaciones líricas son el único tesoro del solitario que respira por sus heridas y sabe por sus desvelos que una mente bien mullida es una tumba para el alma.
121
Pasa por sobre nosotros el mundo como una pesadilla en la que más que la avalancha de lo que pasa pesa que haya tantos dispuestos a engrosar el peso de lo pasado para que pase igual.
122
Por premisa, la prisa apresa.
123
Piensa el estiércol de la historia que es semilla, pero la calidad de su prole lo delata.
124
Más que exornar de dignidad, la fama resalta los defectos.
125
Sobrevolar los acontecimientos sabiéndose parte de ellos a la vez que radicado en lo indestructible es el atributo por excelencia del espíritu y la razón de su extranjería en todas las vicisitudes.
126
El rebaño al rebaño defiende con dientes de lobo.
127
La belleza no ama la exactitud, sino la armonía entre las partes, de suerte que la experiencia de la belleza favorece y es favorecida por la percepción de un orden inherente cuya estructura escapa a todo intento de racionalización.
128
El ego viene a ser en el mejor de los casos la corteza de la mente, y si no se agrieta para permitir que el tronco de la experiencia crezca, el alma del árbol enferma.
129
La carrera hacia la perfección de la técnica usa como combustible la no menos perfeccionada ceguera moral.
130
Pueblos maduros son aquellos donde las personas que han desarrollado una visión profunda de la existencia constituyen una influencia preponderante, una suerte de crestomatía viviente para los menos evolucionados, así que lo más lógico es que desaparezcan por el paulatino alejamiento del error que impulsa a las culturas menos evolucionadas a reproducirse.
131
Quien obra con iguales métodos que su enemigo se convierte en su doble.
132
Ninguna ciencia iguala en validez a la primera, la clarividencia, que en esencia es el reconocimiento de que las experiencias relevantes para la vida anímica no deben obediencia a la literalidad de los hechos físicos.
133
Entre el vivo muriente y el muerto viviente, la diferencia es que la propaganda ha cumplido su misión.
134
El conocimiento que se pierde como tradición, antes o después se recupera por inspiración.
135
¿Qué madurez espiritual tiene cada uno a juzgar no tanto por los anillos de los añicos cumplidos bajo el peso de la experiencia, la erosión de las pérdidas y las perspectivas vislumbradas, que también, como por la frecuencia e intensidad de conexión a la raigambre cósmica? ¿Cuál sería el método adecuado para ponderar esa cualidad, o en su defecto una de las formas menos resbaladizas de abordar el fenómeno? ¿Cambiaría la configuración personal de nuestras relaciones el conocimiento explícito de nuestro nivel de desarrollo mental o ya contamos, intuitivamente, con una percepción de la naturaleza esencial que nos corresponde?
136
Busco en vano un país donde el paripé de la actualidad no caiga como una losa sobre los vivos.
137
La palabra más terrorífica que alguien puede dirigirle a un varón sensato es «papá».
138
La conciencia de quienes afirman que ningún valor está por encima de la supervivencia se reduce a entrenar la capacidad de anular a los demás antes de que estos los anulen, una histeria darwiniana que no pocos llegan al delirio de llamar «esperanza», algo por otra parte es normal cuando la cruda materialidad de la perduración se santifica a costa de atributos tan particulares como la vida anímica y las causas que la elevan sobre la burda existencia biológica.
139
No por ser hegemónico es menos irrisorio el mito de las «leyes naturales», como si los ecosistemas fueran parlamentos, comités de empresa o tribunales. Los seres y sus entramados de relaciones no tienen leyes sino necesidades, o si se quiere, la necesidad con todas sus variaciones es en la naturaleza la ley, cuyo código varía de vida a vida y de momento a momento como sólo su lugar en la totalidad puede dar a entender a cada organismo.
140
La cobaya perfecta desdeña la estrechez de su gayola porque ni siquiera concibe que está siendo objeto de experimentación, pero es la primera en dar la voz de alarma cuando otro cautivo intenta escapar del horror.
141
Para un espíritu fuera de serie probablemente no haya mayor acto de caridad que leer a sus etarios.
142
Las actitudes agoreras atraen el rayo de la maldición, lo que de ninguna manera significa que lo contrario sea cierto, pues los esperanzados alejan la luz de su ser con una fuerza proporcional a su aplazamiento del presente.
143
Reanudar cada día el trabajo de Sísifo en un gueto electrónico no es menú apto para nadie que esté realmente vivo, pero ante la opresión de la cibernética la gañanía digital se muestra dócil no solo porque los nativos del bit carecen de perspectiva histórica sobre modos de vida menos asistidos, sino sobre todo porque desde la cuna han sido acostumbrados a injertar el brote de su atención en la existencia encogida de la virtualidad. Para ellos la realidad es pocas veces una fuente atractiva de esparcimiento y, antes que un hábitat donde acrisolar la experiencia, salir de una pantalla los aburre como un trámite engorroso que conviene reducir a su mínima expresión.
144
Vida sana no la hay de suyo salvo en el idílico reino de las ideas que el cuerpo de la gana no llega siquiera a concebir.
145
Andén, badén, edén: palabras cuya resonancia nos recuerda que solo estamos de paso. Que no sea un paso en falso depende de lo que den de sí nuestros desengaños.
146
Algunos dioses aborrecen las plegarias porque en ellas ven destiladas sus chapuzas.
147
El colectivista pone más saña en culpar al individualista de los desmanes que se imagina cometiendo en su lugar que de aquellos que realmente ha cometido.
148
Tan trivial es la mentalidad del ciudadano medio que hablar de dimensiones espirituales supone una temeridad con cualquiera que no sea un compinche.
149
El «descanse en paz» que entonamos en memoria de un difunto significa, en sentido estricto, «descansemos cuanto antes de la muerte que nos ronda». La más amarga agonía no es aquella que nos causa el enemigo —esta, como bien escribió el suicida Améry, es una muerte «dulce»—, sino la que nos damos cuando ya no podemos avanzar ni retroceder en lo que somos.
150
Donde hay red, hay araña.
151
«Si las cosas crecen de más es por mala leche», le escuché proferir con nocimiento de sí a un destetado de los prejuicios de la tribu.
152
Nadie está más caduco que quien tolera lo intolerable.
153
¿Puede por ventura esta caricia solar, que me llega coruscando en el verdor de un jardín que vibra con el canto exultante de las avecillas, impugnar el abatimiento del corazón que avinagra en mí las pulsaciones del enajenado reloj cósmico? ¡Me sobran demasiados siglos, tantos como vidas me faltan!
154
Las mayores regularidades que cabe colegir del devenir de nuestra especie son la necedad, la codicia y el miedo: trío de ases en manos de los poderosos.
155
Hay un punto en toda existencia a partir del cual no vamos hacia el futuro sino que este viene hacia nosotros. Antes de ese punto creíamos estar en el mundo con tiempo de sobra; después de él sabemos, con la seguridad del que se sabe enfermo, que el mundo nos repele con la misma fuerza del tiempo que se nos va.
156
Aceptar y rechazar la actualidad con idéntica fiereza es la desesperada hazaña del individuo que ya está acabado para el mundo sin estarlo aún para sí. Esperemos que tenga más suerte con la aniquilación que ha jurado concederse cuando disponerse a dormir cada noche se le haga tan horroroso como el levantarse para representar, con escasas variaciones, un calco del día anterior.
157
Cuanto más progresada está la naturaleza humana, más sometida a sandeces se quiere.
158
Me encantan los niños… que se suicidan antes de nacer.
159
Lo que menos vale es lo que más dueños tiene.
160
Seguir obviando la devastación ontológica que el sobrecrecimiento de nuestra especie ocasiona a su propio linaje denota una frivolidad tan descalabrada como llamar «reasignación de género» a la mutilación genital de un pubescente que padece un trastorno de identidad.
161
Respirar con dulzura en la amargura no solo es síntoma de melancolía, sino de irrenunciable delicadeza frente a la inexorable brutalidad.
162
Su facilidad para dejarnos pensar, tal es el encanto de la noche frente al día.
163
Dado que basta reiterar día tras día una mentira para que el pueblo acabe considerándola cierta, los fariseos que las inventan y los filisteos que las repiten hállanse en paridad dentro de sus respectivas ignominias, unos por la desmesura en el uso de su poder de manipulación y otros por la pavloviana elusión de la responsabilidad que les corresponde.
164
Libertad sin lucidez, segura elección de servidumbre.
165
Antes que por otros atributos, el humano se caracteriza por ser un animal hecho de quimeras, ensamblado a base de fe; no de la buena fe que guía el reconocimiento de los desmanes inherentes a su naturaleza cuando su apetito carece de repugnancia, sino entregado a la insaciable fe en la cantidad, al fanatismo de la desmesura que lo impulsa con igual encono a no tener nunca suficiente, sea en el número de años a los que se aferra aun en pésimas condiciones de vida, sea en el pleonasmo de rehenes con quienes ha de coexistir durante la expiación de cada día hasta el instante de su evacuación definitiva.
166
Todos tenemos un algoritmo que atesora nuestros inculpaciones y un protocolo que garantiza nuestra ejecución.
167
Son más los que nacen inteligentes que los que mueren como tales.
168
Nunca olvides contra qué construyes.
169
El ser da forma al pensamiento que firma el ser del sentimiento.
170
No es necesario preguntarse por qué llaman «contrato social» a un vínculo de sumisión que nadie ha firmado, pero es perentorio denunciar que quien vota a un partido político suscribe ese simulacro como si fuera cierto.
171
Pasados ciertos umbrales de edad, no se muestra la desnudez sin incitar a la misantropía.
172
En la ficción de la democracia solo cuenta como certeza la mentira que la confirma.
173
A juzgar por sus efectos sobre el alma, la perfección de la técnica no es más que una catástrofe encarecida por la relación entre la oferta publicitaria y la demanda de inopia.
174
Ser o no ser humus en el monte de Venus, he ahí la diferencia entre bajar o subir por él.
175
Coincido con Roa Bastos en que «la base de una nueva educación sentimental, sexual y moral consistiría en abolir el egoísmo sexual de las parejas y asumir el cuerpo del otro como centro de la propia libido». Es fácil no ser infiel a uno mismo cuando no se ama, por eso el mérito está en poner a prueba el propio amor en otros fuegos.
176
Un amago de bruma es preludio indispensable para que las pupilas se abran al misterio de luz que las colma. Expirar desleído en la belleza de este encuentro, por ilusoria que sea la familiaridad consumada entre ambas facetas de la infinitud.
177
El pan ganado con el sudor de mi frente es, con diferencia, el bocado más amargo que he probado. Todo el que defiende la necesidad de trabajar para vivir es un mamporrero de su propia miseria o un traficante de esclavos.
178
Todo cambio sustancial en la sociedad tiene su epicentro en una palabra.
179
Quien ame el riesgo cero como valor absoluto, quien sólo se sienta seguro en una celda aséptica vigilada a todas horas, que se haga encerrar en un ataúd y deje ya de emponzoñar a los demás con la pestilencia paranoica de sus cagarrutas.
180
Bien sabíamos que nuestra civilización, como todas las que la precedieron, estaba destinada a colapsar; lo que ha sobrepujado nuestras peores sospechas es que, antes de implosionar, perezca la inteligencia de sus gentes.
181
Justamente porque el tuétano del respeto es que nadie ha de ser dueño de nadie, no existe derecho inspirado en esta idea que legitime la imposición de vida a través de arbitrariedad reproductiva.
182
La diferencia entre el encanto y el embeleco reside en la proximidad a su fuente. Tan fascinantes experiencias puede proporcionar la existencia que solo un endemoniado las repetiría.
183
Quien ata no ama.
184
No nos pesan los años, sino los daños.
185
Luengos, cada vez más, son los días con sus noches para el individuo que no se engaña diciéndose que el mañana aún puede ser suyo.
186
Lo nuevo nunca es aceptable si no acepta lo antiguo.
187
El alma no es individual sino universal, lo que significa que no es infinita, pero sí omnipresente, la médula conectiva de la divinidad en la hipóstasis del ser… ¿indestructible? Recurriendo a un símil freático para ilustrar este aserto, el alma sería un acuífero y cada existencia particular un pozo que extrae de ella su fluido espiritual, de ahí que cuanto mayor es el número de humanos en un momento histórico determinado, menor es el caudal divino que mana a través de ellos. Cada nacimiento en este mundo implica, pues, un bombeo de alma que la Muerte retorna a su origen ignoto, de donde las siguientes generaciones de criaturas volverán a sacar su sorbo de eternidad. El proceso de individuación del alma en cada existencia puede identificarse con el espíritu, que siguiendo el paralelismo sugerido puede entenderse como el cauce irrigado por el alma desde que es extraída.
188
Hasta que no te asombre la cantidad de inmundicia a la que has llegado a adaptarte no empezarás a comprender el precio que has pagado a trueque de tu integración social.
189
¿Qué culpa tiene el Alfarero si la tierra es frágil? ¿Qué culpa el barro si lo amasan manos caprichosas?
190
No tanto en contra como más allá del adagio que reza «la realidad supera la ficción», constato una y otra vez que la ficción culmina en la realidad de tal forma que la imaginación precede como fuerza inseminadora a la materia. Nuestra encrucijada histórica abunda, como ninguna otra que haya conocido el antropoide parlante, en abigarradas hibridaciones entre la literariedad del imaginario y la literalidad del mundo factual.
191
La búsqueda de soluciones a los problemas intrínsecos a nuestra naturaleza demuestra la ineptitud de los interrogantes.
192
El televisor es mucho más que un receptor de canales, su utilidad principal es la de servir de mando a distancia mental en poder de los grupos que configuran el paradigma social. No hay vigilante más competente de la mafia establecida que una autoconciencia entrenada por la educación y diariamente programada por los medios de sobreinformación. La higiene doméstica empieza, pues, por arrojar el televisor a la basura.
193
Quien opina que el abismo está reñido con la belleza no lo conoce: hemos nacido en uno de sus más hermosos enclaves.
194
La puerta de la sabiduría se abre por sí sola a nuestro paso cuando estamos realmente dispuestos a dar la espalda a los hechizos de este mundo.
195
Lo abstracto sólo puede ser cortejado desde lo concreto: esa es la razón de la forma.
196
El poder nunca es más absoluto que cuando convence absolutamente de lo contrario.
197
En las aguas revueltas del universalismo hay más anzuelos que peces.
198
¿Qué retratar, en síntesis, del ser humano sin herir su orgullo racional ni ensombrecer con injusto desprecio las proezas de su ingenio? Hay al menos una certeza verificable casi en toda circunstancia y condición: que se trata de un animal proclive a cargar más peso del que por naturaleza le corresponde.
199
Siempre que me siento tentado de emitir juicios sobre los humanos tengo presente el legado de las generaciones que han habitado el orbe antes de las actuales. Sesgo muy propio de Occidente es generalizar dando por hecho que la humanidad en su conjunto es la humanidad del ahora, cuando tan sólo somos un capítulo, o quizá el epílogo, de una extensa obra que comenzó una cantidad colosal de páginas atrás (las huellas de Laetoli, correspondientes a un humano anatómicamente moderno, están datadas en más de tres millones y medio de años), si bien la diarrea demográfica, hasta donde podemos especular en función de los registros fósiles disponibles, se originó hace alrededor de diez milenios con el arrinconamiento del estilo de vida de pequeñas tribus itinerantes y el auge de sociedades militarizadas, cebadas con grano y abocadas a una industriosa centrifugación natalista, así que por respeto a todos los ancestros que precedieron al arado, la espada y el hacinamiento, sin por ello idealizar la Edad de Piedra, no puedo afirmar que ser humano implique ser un modrego, lo que tampoco ha de ser impedimento para reconocer que somos bichos resistentes a la sandez y, si un antropocidio no lo remedia, seguiremos haciendo la peor historia posible.
200
El valor de arriesgarse donde otros fracasaron ha inspirado tantos disparates como heroicidades. A estas últimas, sin ningún género de duda, nunca pertenecerá la temeridad de procrear, máxime cuando se hace en un siglo de maquinaciones casi perfectas contra las facultades del espíritu.
201
Cuanto más tratan de librarse de la Guadaña, más siegan los cobardes su vida.
202
También sobre la frente que mira a los demás desde el púlpito triunfal se alza la noche de las simas donde ninguna estrella alumbra el vacío que media entre Dios y la sepultura.
203
La salud empieza por no vender el alma al establo.
204
Quien no sufre bastante en la parte de existencia que transcurre despierta, sufre en sueños la sombra de pesar que acompaña, por el mero hecho de vivir, a todo ser consciente.
205
A ojos de un hombre de su tiempo la autenticidad es por defecto un atributo anacrónico porque toma su fuerza de valores que el código de creencias vigente necesita erradicar so pena de quedar en ridículo.
206
De acuerdo con el viejo adagio que reza «vive como piensas o acabarás pensando como vives», si nos obligan a vivir como autómatas es solo cuestión de plazos que nos convirtamos en seres más afines al silicio que al carbono.
207
El drama de nacer, la primera e ineludible derrota del sujeto, inaugura el combate que contra el poder del mundo ha de entablar, nervio a nervio, el alma encerrada en la jaula humana.
208
Ser humano comporta vivir en una entraña que solo puede ser extraña a sí misma a medida que se reconoce.
209
Dejar de hacer cosas es la mayor cosa por hacer.
210
Mantenerse cuerdo frente a la explosión de miedos colectivos y su onda expansiva de desmanes, no hay ventura más segura dentro del infortunio.
211
No envejece uno tanto por el desgaste paulatino que registran sus tejidos como por la intensidad de las repulsiones que conlleva actualizar cada día nuestro hundimiento en el mundo.
212
Perder el tiempo es un despilfarro absolutamente necesario para no sucumbir a la miseria del instante.
213
La cultura del despilfarro exigía al individuo poseer para ser, mientras que la cultura del acceso que la ha sucedido exige que se despoje a sí mismo como condición para no dejar de ser.
214
Menos zafios cantarían si toda la virulencia propagandística invertida en aterrorizar a las masas fuese utilizada con el laudable fin de enseñar que la matriz de nuestros males, «el feo pecado de nuestra especie» al decir de Umbral, que sabía lo suyo del esperpento colectivo, es multiplicarse.
215
Aunque el mal no es ineludible para la condición humana cuando esta, motivada por su razón sensible, evoluciona hacia la interrupción voluntaria de la cadena generacional de sufrimientos, sus escenarios constituyen un legado demográfico que en ninguna época ha gozado de tan ingente multitud de partidistas como ahora, empezando por los progenitores que contribuyen a que un problema de naturaleza ética se desborde hasta alcanzar dimensiones catastróficas.
216
Tenemos buenos motivos para devolver cada golpe recibido, pero los hay mejores para no enzarzarnos en la tan merecida venganza.
217
Todo es cuestión de perspectiva, toda perspectiva cuestión de escala y toda escala una representación topográfica de la infinita complejidad de la creación cósmica.
218
Cuanto mayor es la congruencia entre la percepción individual y la conciencia absoluta de la matriz universal, mayor es el poder de transformar los hechos exteriores con la imaginación. Percibir es materializar, como bien saben los chamanes que extraen con la mente materia de la cara oculta de la realidad.
219
La mayor ilusión del momento es que transcurre. Expandido en todas dimensiones está el presente, pero en nuestra tridimensionalidad adquiere la apariencia de flujo temporal debido a que nuestra capacidad de percepción enmarca los datos procedentes de la realidad en lotes de secuencias que experimentamos como duración. Contemplados desde un presente no acotado por la necesidad de un encuadre cronológico, todos los eventos del universo son uno. Con buena visión sentenció Silesius que en un grano de mostaza podía apreciarse «la imagen de todo en un espejo perfecto» si, como intuimos, es la relación sucesiva entre los hechos la que nos impide aprehender la simultaneidad de lo existente, el campo atemporal donde cada momento del espacio se halla entrelazado en íntima y significativa conexión con los demás. La sucesión de escenas que identificamos con el devenir solo es el efecto focal, resulta de la distorsión parcial que provoca nuestra interacción sensorial a medida que se desplaza por el tapiz de la totalidad. El matemático David Bohm ha sintetizado a la perfección esta metafísica en una frase: «Lo que nosotros observamos como el transcurso temporal es en realidad la coexistencia de distintas fases del orden replegado».
220
La catástrofe parece, hoy por hoy, lo único que podemos imaginar porque la falta de imaginación se ha convertido, paradójicamente, en un requisito operativo para que el sistema no colapse.
221
Mentes que de puro trémulas son gelatina, sociedades pasteurizadas por la propaganda, economías que vampirizan su propia fantasía de implosión y metástasis mafiosa de las estructuras estatales de control: tales son cuatro de las innobles verdades que concitan los progresos de nuestra época respecto a las pasadas, que sin duda no tuvieron como hitos la inhumanidad de las costumbres multimediadas por la técnica, la atrofia de las facultades cognitivas y la destrucción de toda relación basada en la confianza.
222
No hay vida buena, luego no hay mala muerte: así me habla mi osamenta.
223
De mayor vanidad nadie está libre que de creerse libre de vanidad.
224
Contempla la contemplación y ocurrirá más de lo que imaginas.
225
Si algo enseñan los sueños es que no existe el afuera.
226
La última religión será la ciencia; última porque una vez que haya triunfado no habrá religión ni ciencia que valgan.
227
Si midiésemos la civilización por el desarrollo de la sensibilidad, nos horrorizaría descubrir que los mayores bárbaros son hijos del progreso.
228
Los hombres engendran la guerra, pero las mujeres engendran los hogares donde crecen esos hombres.
229
Quien dice obrar «por tu bien»
está queriendo encubrir
el mal que ha empezado a hacer.
230
He soñado que soñaba que otra persona soñaba con lo que yo soñaba.
231
Una parte de la ciencia, la más corrupta, ha suplantado a la religión como creencia oficial del nuevo absolutismo, luego nada es más imprescindible para ella que conculcar el menor atisbo de espíritu científico y de genuina religiosidad. Es así como las batas blancas de hoy han relevado a las sotanas de ayer.
232
¿Quién osó decir que la música de los campos silvestres no tenía letra? Alguien que sin duda sólo tenía oído para humanas groserías.
233
Nos alivia el retorno al camino conocido no tanto porque nos sintamos perdidos en el bosque como por el infundado temor a adentrarnos demasiado en la jungla de los pensamientos.
234
Progresemos hacia el pasado, mejor cuanto más atrás.
235
Basta prolongar su duración para convertir un sueño en pesadilla. Y otro tanto sucede con la existencia por halagüeños que sean sus comienzos.
236
Si todos anhelamos redención, como tantos parecen probar a tenor de sus motivaciones, significa que nadie ha sabido liberarse aún de la postiza noción de culpa que la sociedad explota sin pudor alguno desde que sus arquitectos descubrieron el lucrativo filón de la deuda moral.
237
A estrellarnos venimos y por un hoyo negro salimos. No somos moléculas lanzadas al azar, somos centros neurálgicos que se expanden hasta que la contracción del estertor los devuelve al agujero insondable del ser.
238
El poder más eficiente es aquel cuyo dominio es percibido como favor por quien lo soporta. El llamado Estado del Bienestar, añorado incluso por sus detractores allí donde ha sido demolido, evidencia como pocos ejemplos el éxito de la tecnocracia.
239
Si hay alguien que merezca el sambenito de «negacionista» es el que a sí mismo se niega hasta el aire que respira.
240
Mientras no se desarrolle una ciencia de la técnica, el dominio de esta sobre aquella seguirá mermando el arte de conocer.
241
Nada debemos a la vida por existir, y el día en que nos liberemos de esta arbitraria e insostenible deuda de aliento impuesta por las reglas de producción y reproducción dominantes, nuestra estirpe descubrirá una forma inusitada de aligerar la triste ciencia de la vida.
242
La única forma plausible de enderezar a los torcidos es que uno lleve recta su propia vida.
243
Las experiencias más significativas, aquellas que más huella de valor dejan en quien las vive, no pueden ser sometidas a verificaciones científicas porque son la ciencia originaria que debe probar los métodos de conocimiento ulteriores.
244
Las negadas distancias de espíritu entre personas brutas y personas sensibles, que también son extensivas a las que ya no hay entre personas adocenadas y personas auténticas, evidencian el principio de promiscuidad bestial que sostiene la organización de la sociedad bajo dictados inclusivos.
245
La verdad dicha es verdad traicionada no de intención, que puede estar consonancia, sino de efecto, ya que la palabra en la mejor de las traducciones que la revelación impetra es una quimera.
246
Diferir del propio ser a medida que se es, no de otro modo sé convenir el ser que no soy cuando soy.
247
Que no podamos conocer la verdad nunca fue óbice, sino motivo, para ser verdaderos.
248
La impronta mimética del principio genealógico reafirma el más feroz fanatismo que el simio parlante tiene la presión social de defender contra el menor conato de irreverencia ontológica que anuncia el continuamente frustrado principio de extinción.
249
Bronceado por un sol inescrutable, danza el sabio con su sombra sobre las instituciones de aquellos que se aparean con la historia.
250
Sin ánimo de enmendarle el oráculo al filósofo Oscuro, «todo cae» me parece una observación más sagaz que la contenida en el consabido «todo fluye».
251
El ostracismo interior es el último oasis en la sequía mental creada por la postproducción de masas que llaman cultura.
252
La Muerte arroja una luz sobre la existencia que ilumina lo que esta no es capaz de alumbrar por sí misma: ni más ni menos que los límites de su caverna ontológica. Llevemos la asunción del propio deceso como un visado interdimensional en el tránsito a otros estados del ser donde ponga bien claro que venimos de un tugurio al que no estamos dispuestos a regresar.
253
La democracia no necesita mayor demostración de su invalidez intelectual que su apelación al mayor número como clave de sus decisiones.
254
La incontinencia que caracteriza a los orfebres del concepto sería impensable si el dopaminérgico alborozo de alumbrarlo no superase las complicaciones de labrarlo.
255
Es falso, los sentimientos fuertes no pasan, arraigan en nuestro corazón como madreselvas y todo lo que podemos hacer para no enredarnos en su espesura es trepar por sus lianas hasta divisar el horizonte ilimitado que ninguna maleza puede cubrir.
256
Urge limpiar el concepto de fe de los vicios sectarios que el rodar de los siglos le ha incrustado y, a tal efecto, nada mejor que reconciliarse con el mejor portavoz del Incognoscible: la calavera. Distingamos, de una vez y para siempre, las mentalidades religioides que practican una espiritualidad degradada, de las mentalidades religantes que expanden sus sentidos más allá de la soez necesidad de sumisión que encadena las primeras a una trascendencia de fantasía desprovista de capacidad transfiguradora.
257
Perra es la vida de rabiosa mordida.
258
Tiempo es de buscar reposo con Sócrates después de haber bailado con el ritmo dionisíaco de Nietzsche sobre un monte sembrado de cruces. Jesús, gran imitador de la maestría socrática, careció empero de la elegancia del ateniense, quien jamás habría cedido su vida a la pasión de contribuir al espectáculo que el populacho esperaba. Al cristianismo se le pueden excusar algunos desbarres, pero su populismo congénito es intragable a poco cultivado que uno tenga el gusto.
259
No solo la cristiandad primitiva degeneró hasta producir una copia adulterada de sí misma, con el correr de los siglos el gnosticismo sufrió también un fenómeno de desdoblamiento perverso. Así como hubo un Cristo esotérico traicionado por la autoridad clerical interesada en acumular bienes fungibles y poder temporal, puede hablarse de la aparición tardía de una gnosis depravada que ha corrompido su propósito original con actividades ladinas que militan contra el alma y a golpe de escuadra, chip y compás rompen lo rompible.
260
Los teístas aman al Arquitecto a pesar de su obra, los gnósticos compadecen la obra a despecho del Arquitecto, los panteístas confunden Arquitecto y obra, los materialistas creen que la obra no tiene Arquitecto y los animistas saben que la obra solo es la superficie de un abismático misterio del que todos somos artífices.
261
Nadie está más cerca de Dios que quien a sí mismo se conoce.
262
Faros pascalianos. Con los ojos se mira pero no se ve; para ver es menester enfocar con las razones ocultas del corazón.
263
Ningún maestro es legítimo si no enseña a superarlo.
264
Si amásemos la libertad con la misma voluptuosidad que el sexo, ningún sistema político podría contenernos.
265
Ni hagas lo que amar no puedas, ni ames lo que atar puedas. Quien ama no ata. No exigir exclusividad ni lamentar su ausencia es el regalo más fiel que un amante puede recibir de su pareja.
266
Quien ríe el último, ríe sin dientes.
267
Amén de testigos excepcionales de mundos extintos, los ancianos deberían servir a los más jóvenes como despertadores de conciencia a fin de frenar la repetición del yerro de reproducirse.
268
Más asumible sería el sentimiento de insignificancia personal, o al menos no sufrido hasta el patetismo de vivir en función del dictamen ajeno, si se tuviera presente que los otros son otras tantas caras que ilustran, con mayor o menor fidelidad, nuestra propia irrelevancia.
269
Uno aprende a amar la tierra donde se ha criado a medida que esta le revela sus secretos. Cuando el pie va descalzo, el núcleo guía los pasos.
270
«Tanto la opción de la alta tecnología como la fundamentalista son respuestas pasivas a la verdadera situación que ahora nos acorrala», escribe Zerzan. Recuperemos la tierra en toda la amplitud de su sentido: tierra sobre la que desaprender la domesticación de animales y plantas; tierra sobre la que gozarnos sin necesidad de perdurar más allá de nuestros sentidos; tierra, sobre todo, sobre la que poder descansar eternamente.
271
La vulgaridad no es garantía de éxito para un artista, mas en balde aspiraría a lograr el aplauso multitudinario sin ella.
272
¿Cómo va a ser igual entrar que recibir? Solo merced a una chifladura fanática puede negarse que la morfología de los sexos establece diferentes psicologías.
273
Con una mirada bruñida por la intemperie que nos arroja la compañía no buscada de los hipnotizados, los despiertos hemos de dar testimonio de los últimos vestigios de la inteligencia en un mundo rendido a la orgía de su destrucción.
274
Puesto que todo nacimiento supone una prolongación de la cadena de tribulaciones en la espiral descendente de la programación biológica, no hay diferencia sustancial entre engendrar una vida humana y destruirla. «Honra a tu padre y a tu madre» es la sutil forma de autorizar que ambos, padre y madre, hagan cuanto quieran con sus hijos, empezando por la tiranía de introducirlos en este penadero.
275
Si tu rumbo es el apropiado no importa cuán lejos llegues: en cada momento estarás donde debes por insalvable que parezca la distancia al arcano que preside tu destino.
276
Los dogmáticos de toda laya ambicionan que la estética se supedite a la moral porque son incapaces de reconocer el valor ético de la belleza.
277
No es posible atacar con argumentos las posiciones de quienes han prosperado sin ayuda de razones.
278
El éxito en un contexto determinado establece modelos que abonan en otros una abultada cosecha de fracasos.
279
Juzgar a las personas en términos de éxito y de fracaso es un enfoque que deja fuera de su óptica más dimensiones de las que encuadra, luego supone un error seguro a la hora de calibrar con fidelidad la relación apropiada con los demás. Ni la vida puede pesarse con la balanza del éxito, ni esa balanza es apta para saber lo que vale de verdad un ser humano. Lo que cuenta está en lo que no se cuenta.
280
Nuestra patria se ubica en la comarca sucinta de la amistad. Son los amigos quienes nos enseñan a habitar mejor en la jungla de uno mismo.
281
De las malas experiencias se aprende; con las buenas, se olvida lo aprendido.
282
Rara es la flor sin néctar para el abejorro que sabe recolectar.
283
En cada uno de nosotros refulge un átomo de verdad y entre todos no formamos una molécula cierta.
284
Uno se siente portador de la divinidad con todo el fulgor de su despejo y, a poco que baja la guardia, lo linchan por respirar a pneuma expedito. Enésima prueba, truculencia sobre truculencia, de que la cetaria mundial es el juguete de una inteligencia perversa que debe a la inconsciencia, no a la malicia, sus mejores palmas.
285
El contrato. Si teniendo conocimiento de la desdicha impusieres a otro ser el percance de venir al mundo pudiendo evitarlo, suscribes todos y cada uno de los sufrimientos que la existencia le cause. ¡Dos veces maldito se quiere quien pretende consolar su pequeñez hinchiendo el mundo!
286
Si la vida desmiente todo lo que hasta entonces sabías, atente a la última lección. Que el sentido tenga valor no significa necesariamente que su valor tenga sentido. Sólo el final es veraz.
287
Una sociedad en verdad digna reduciría al mínimo su necesidad de perpetuarse, y de ningún modo elevaría ese sesgo atávico al rango de derecho por muy natural que lo crea. No menos natural comedirse que desmadrarse.
288
Todo acto realmente inspirado comienza cuando la necesidad de agradar a otros humanos, uno mismo entre ellos, ha sido superada.
289
Ofrenda sacrificios al dios equivocado quien quiere paz y confía en el crecimiento.
290
Hay tiranía cuando la diferencia entre la reglamentaria existencia del presidiario y la del ciudadano extenuado por decretos tiende a ser irrelevante. Hoy regresa uno de la calle con el mismo olor a celda que salió de casa.
291
La fiesta del amo es el tormento del siervo.
292
Obligado vicio de todos los que ambicionan una hegemonía incuestionable es demonizar a otros para que carguen con las culpas de sus abusos:
Al que vive de autoengaños
no le cabe más verdad
que odiar a quien la defiende.
293
Hay un tortuoso refinamiento en el malvado cuando se apiada del justo.
294
Toda crisis representa una ocasión propicia para la arrogancia del gobernante, para la promoción del embaucador, para el rencor del pusilánime y para la venganza del fanático. El primero logra que los ciudadanos acaten arbitrariedades que en otras condiciones hubieran repudiado, el segundo prospera abanderando la causa de los débiles, el tercero exige que la sociedad viva encarcelada para sentirse seguro y el último persigue a sus adversarios culpándolos de agravar el desastre.
295
Cierto es que sobre el plano de las supuestas evidencias persisten varias dudas, una de ellas asociada al rumor de que el universo ya expiró dejándonos atrapados en el eterno remake de sus fantasmagorías.
296
La mera existencia es un insulto para el que la recibe de bulto.
297
Entre las pocas cosas que hacen que vivir quizá valga la pena, sin duda está el desafío de responder a la pregunta de si vivir vale la pena.
298
Nuestra es la victoria en la batalla moral si entendemos que no perder la virtud importa más que derrotar al enemigo.
299
Tiene la realidad por costumbre plagiar a la ficción. Costumbre tanto más peligrosa cuanto menor es la imaginación que da forma a una época.
300
Si el precio de gobernar una calamidad es la injusticia, la destrucción de todo lo valioso será gratuita.
Paul Rumsey, Minotaur |
301
Clavarnos profundamente en la vida de los otros, nada deseamos con tanto ahínco hasta que nos damos cuenta de que ya no tenemos en el ánimo la fuerza necesaria para pensar como una daga.
302
Conozco a tipos tan avaros que incluso se abstienen de imaginar cosas hermosas para no gastarlas.
303
Alterofobia. Quien enuncia por su cuenta y riesgo verdades de resonancia colectiva será acusado de falaz, o tachado de loco, por aquellos que se mienten a sí mismos de acuerdo con los engaños que sustentan la alucinación colectiva de la normalidad. ¡Qué odiosamente se ama al prójimo cuando se quiere por lo idéntico! Desde el punto de vista de las personas corrientes, de esos monitos habituados a actuar como módulos de los estándares exigidos por la arquitectura social, el individuo que no refrenda la conciencia clónica del Deus ex machina social no solo es calumniado, subestimado y excomulgado a nivel intelectual, sino ridiculizado socialmente, convertido en un fantoche público contra el que es lícito que cualquier personaje fetén de la farsa general descargue su resentimiento. Gómez Dávila parecía tener bajo las lentes la reputación de los veraces cuando a su sardónica manera constató que «mientras no lo tomen en serio, el que dice la verdad puede vivir un tiempo en una democracia. Después, la cicuta».
304
Se lame para llegar más lejos, se muerde para no ser derribado y se traga para seguir de rodillas.
305
El ecologismo es a la ecología lo que la sensiblería a la sensibilidad, el egoísmo a la singularidad, la bruteza a la firmeza o el mando a la autoridad: una versión histriónica, una caricatura soez, una impostura que pretende apropiarse del prestigio emanado de la autenticidad que no tiene. En lógica con lo antecedente, no se diga más «cambio climático» sino geoingeniería; ni «sostenibilidad» sino superpoblación; ni «plan de resiliencia» sino penitencia pública; ni «emprendimiento» sino endeudamiento privado; ni «armonización fiscal» sino sangría económica de los contribuyentes; ni «implementación de medidas de ahorro energético» sino sarta de imposiciones por la intocable jeta de los sospechosos habituales. Y ya que estamos por denunciar atropellos semánticos a fin de poder desmontarlos, obligado es aclarar que tampoco es correcto hablar de «salud pública», sino de «propiedad estatal de los cuerpos», de igual modo que nunca ha sido adecuado llamar «herramientas legales para reducir el contagio» a la tiranía ni «pandemia» al nuevo sistema de estabulación social.
306
Ante una crisis de verosimilitud, la cuestión más urgente no es a quién creer, sino por qué creer a aquellos que en su empeño de ser tomados en serio calumnian a los que no comparten sus premisas.
307
Sentimos un calambre de obscenidad al contemplar los cuerpos desnudos de nuestros padres porque sus genitales concentran la pornográfica arbitrariedad con que fuimos concebidos.
308
La liberación solo es retórica mientras no se asume una disciplina interna de la que sea imposible liberarse. Radica la potestad de sí no tanto en la capacidad de tomar decisiones independientes —¿cuánto de lo propio es ajeno y viceversa?— como en la de ceñirse al ser que en uno queda después de haberle arrancado a la nada todas sus máscaras.
309
Hablar de «libertad de pensamiento» es incurrir en redundancia: donde se piensa, hay libertad.
310
No importa tanto cuestionar los mandatos que instan a incorporarse a la cáfila de autómatas como poner en tela de juicio la inteligencia que no impide su progresiva robotización.
311
Cuanto más subordinada esté una sociedad a sus programadores, mayor será la saña que movilice contra los lúcidos que en vez de responder a sus comandos se expresan como nociceptores de la existencia menoscabada por ellos.
312
El mayor escollo que los críticos de la fabulación oficial encuentran en su labor no es la escasez de pruebas, sino la profusión de aquiescencia cuando los hechos probados son difíciles de aceptar. A diferencia del veraz, el falaz no busca la evidencia sino la unanimidad.
313
El ser moralmente responsable no excluye, escoge; no secunda, estudia; no pontifica, propone; no se impone, se eleva; no sujeta, suelta; no reprime, da ejemplo; no justifica entuertos, los evita; no aprueba, aprende; no reprueba, reconoce; no abandona la búsqueda, se halla buscando.
314
Ganar el numo sin mancilla y gastarlo sin deshonra. No ser asaz pobre para venderse ni asaz rico para mercar a otro.
315
El éxito del fraude parlamentario se mide por las respectivas manías persecutorias que izquierdistas y derechistas, hemipléjicos por definición, logran transmitir al electorado.
316
Tan inflado va de sí mismo el poderoso, que no es difícil verlo rodar cuando tropieza con las burlas que no espera.
317
«Los hombres no pueden ser más que emergentes y sumergentes, vinientes al mundo o salientes del mundo», asegura Sloterdijk, como si fuera asequible saber si uno viene o va cuando va y cuando viene.
318
Apuesta por la derrota de las causas que no quieres perder y ganarás.
319
Identificar el secreto con lo inconfesable supone despreciar el valor de las experiencias que merecen no ser compartidas.
320
El animal humano ha de ser domesticado antes de que pueda someter a prueba por sí mismo las premisas en que se basa su propia domesticación. Desde el principio de su individuación, a una edad bien temprana, inculca la sociedad en las mentes un sentimiento difuso pero latente de culpabilidad, marca inequívoca del proceso que sus instituciones dirigen contra los aspectos y atributos personales que no encuentran acomodo en su proyecto de mundo. El peso de la norma sobre la conciencia es hegemónico, precede a las determinaciones que tienen lugar dentro de uno, condiciona las expediciones cognitivas y tiñe los juicios de valor que parten de la interioridad tanto si toman por objeto la experiencia que se extiende más allá de ella, como si recorren la autoconciencia que se enrosca en el abismo de su más acá.
321
En la más alta torre de la más inclinada verdad, rodeado de frutos pendientes y de divinos gérmenes, inasequible a la llamada capciosa de las emociones que animan a la facilidad de seguirlas, echa el ingenio cada mañana al vuelo las libélulas de la intuición en busca del mensaje que me traiga de vuelta el sentido perdido de la recreación.
322
Sin exprimirme mucho el ático, puedo enumerar como mínimo nueve dimensiones básicas del ser humano: la triple del espacio, la del sentido temporal de la existencia (que desde un nivel superior de perspectiva solo es otra forma de espacialidad), la lengua articulada, la ensoñación, la memoria, los estados holotrópicos y la fusión erótica entre complementarios. Ahora bien, la salud no puede separarse sin graves disfunciones de la autonomía moral, de la confianza en los demás, del contacto con la naturaleza, de la ebriedad, del juego sexual y de otras muchas dimensiones, no computables por ninguna organización, que son exclusiva competencia de cada ser. Ni somos máquinas, ni debemos tolerar que nos traten como si lo fuéramos; nuestros organismos poseen alma y entre las necesidades que el alma demanda no hay lugar para una medicina fabril.
323
Si pudiera elegir su sino, el alma no habría nacido.
324
Ninguna suerte, excepto la adversa, se sincera con quien la corre.
325
La más violenta muerte para un artista, y por ende para un dios, es el olvido.
326
No existen pueblos ingobernables, sino gobernantes impopulares.
327
La implantación de un pensamiento único requiere la formación de un mismo sentimiento colectivo y, para este cometido, pocos recursos son más útiles que la creación de un trauma psicológico por medio de algún evento efectiva o fingidamente catastrófico. Tenemos así que la suma de debilidades personales no crea sociedades fuertes, sino fuertes prisiones.
328
Por el amor no pasa el tiempo cuando se ama sin temor. Me refiero, naturalmente, al amor a la Muerte.
329
El progreso de la técnica ha dado un salto histórico de la ontología a la offtología. No debe tanto su pujanza a la rémora de distracciones que activa como a las dotes de conocimiento que apaga.
330
También lloramos, cómo no, para licuar las durezas de un mundo que nos degrada; para que fluyan con ellas sus posos de amargura hacia el mismo polvo del que proceden nuestras ducas.
331
La peor forma de agravio comparativo es la llamada «discriminación positiva» porque excusa el mal real de una desventaja artificiosa como un supuesto bien moral.
332
Mientras soñamos, la realidad sigue componiendo nuestros desvelos.
333
¿Puede el espíritu encerrado en un zulo contemplar la corriente de los hechos pasar desde una posición infranqueable? En el mundo hacia el que vamos nadie honrado, lúcido y justo tendrá lugar fuera de un calabozo.
334
Entre ser observado y ser avasallado, la diferencia no está en el efecto.
335
En todo apasionado anida un loco y un sanguinario. Solamente los que están hastiados de todo pueden procurarse cierto consuelo entre sí.
336
El cariño que un padre siente por su hijo, en especial si este ha venido al mundo disminuido o es víctima de padecimientos horribles, suele ser proporcional a la culpa que en el fondo experimenta ante la atrocidad de haber impuesto una existencia miserable.
337
Por hastío huyen los ascetas del mundo y por hastío vuelven tentados a él.
338
El mundo es finito en acontecimientos, pero cada acontecimiento es infinito en interpretaciones.
339
Si alguna vez habló Dios a los hombres, fue antes de que nos volviésemos sordos a sus gritos de dolor.
340
Ser levadura, no masa, en el horno de la historia estaría bien si malo no fuera fermentar erratas.
341
Nunca se manda ni obedece con más ahínco que cuando se ignoran las consecuencias de los propios actos.
342
Así como la seguridad debidamente planteada empieza por proteger la libertad frente a las restricciones que ambicionan imponer los dependientes, el individualista de pro tiene entre sus prioridades la defensa de la libertad de los demás porque no ignora que su libertad también termina donde acaba la ajena.
343
Si con justa razón consideramos una falta de respeto introducir más comensales en casa de un anfitrión sin su permiso, solo por cobardía moral se omite aplicar la misma lógica a los que cargan sobre la sociedad su antojo de recién nacidos.
344
Cualquier descendido a la marcha del mundo sabe que siempre hay una piedra en el camino para acelerar su tropiezo.
345
No importa lo que pase, importa aquello de lo que no se puede pasar.
346
Mientras que el espíritu encasquillado en el yo aspira a sentar cátedra, el que ha sabido escapar de ese percutor de banalidades levanta catedrales de desasimiento.
347
El momento de la verdad es doloroso porque en él se refleja que el mayor pesar coincide con la mayor liberación.
348
Por erradas que hayan sido nuestras arrogantes rebeldías, deberíamos avergonzarnos solo de las capitulaciones que van contagiando de normalidad nuestro cada día.
349
No excusable sino indispensable es estar desganado cuando el momento manda ser ganado.
350
Subestimar al enemigo facilita su victoria casi tanto como sobrestimarlo favorece la derrota frente a él. En la correcta apreciación de las fuerzas en lid estriba el principio de la nuestra.
Andrea Kowch, The Merry Wanderers |
351
Cuando uno estudia el mundo antiguo se da cuenta de que sus Estados eran, principalmente, de dos tipos: los que gracias al oro tenían esclavos y los que gracias a los esclavos tenían oro. En otras palabras: el poder sobre las almas y el poder sobre la deuda han ido siempre de la mano.
352
Ningún ser salvaje conoce su alias científico, pero el animal humano responde hasta por el número asignado a su identidad civil… ¿Hay en la galaxia bestia más degenerada?
353
El conocimiento de la realidad nutre el misterio que la acompaña como sombra desde su génesis, de suerte que cada aprehensión de lo existente implica, en consonancia, un incremento de incertidumbre pese a que un maestro recóndito guía el pálpito de nuestro entendimiento a través de los símbolos que conectan la experiencia singular a la universal.
354
Un buen amigo me asegura que quienes vivimos hemos elegido encarnarnos en este momento de la historia por una razón que cada uno descubrirá por sí mismo a su debido tiempo. Creo que he hallado la mía: cuestionar las de aquellos que atribuyen a la existencia un sentido a su medida.
355
Por mucho que cambien los gobiernos, los sicarios conservan su trabajo. No es necesario aprender mucho más para saber a carta cabal en qué consiste la política.
356
Así como la mayoría debe su razón de ser a la suma de los defectos de muchos, no a la aleación de sus virtudes, el mayor irresponsable es el que reviste sus vicios de moralidad.
357
Necedad atroz es que haya tanta gente incapaz de usar su conciencia por miedo al rechazo de los demás cuando seguirlos solo conduce a una forma de existencia privada de auténticas relaciones humanas.
358
Quizá porque así se sienta excusado, el Artífice Desconocido se alegra cuando la criatura se alegra a pesar de ser cautiva de la creación.
359
Incluso desenfocada, la verdad es reconocible porque actúa como tónico de la inteligencia.
360
Nadie saca a la luz de ojos ajenos las angustias de su vida interior sin recibir un rechazo proporcional a la validez universal de su experiencia subjetiva.
361
No hay perfidia completa sin comitiva, ni comitiva que se precie sin colección de perfidias. La insidia y la conchabanza se atraen a manadas.
362
Los años que más pesan en una vida son los correspondientes al precoz florecimiento del espíritu, pero esto lo descubrimos demasiado tarde, cuando cargamos la balanza con los ajados frutos del envejecimiento.
363
El tiempo que pasa deprisa por el apretado cauce de las vivencias se torna denso y dilatado en el recuerdo, justo al contrario de lo que sucede con el tiempo lastrado por el tedio, cuya huella en la memoria es tan efímera como insustancial.
364
No es la secuencia cronológica sino la intensidad de lo vivido lo que ordena el tiempo en la memoria de quien marcha, como todos, perdido en sus vicisitudes. A esa edad en que el barro de la vida ya no puede ser moldeado, lo único que podemos forzar es nuestro desapego respecto a un mundo que nunca nos perteneció.
365
A medida que nuestra vida se convierte en tiempo sin mundo, se ve desplazada al borde de la locura por la tentación atómica de escapar a un mundo sin tiempo.
366
Para las personas dignas (dignas en virtud de su resistencia a vender el alma por un puñado de deseos), ni la vida tiene suficiente valor por sí sola ni hay, en congruencia, un valor inherente a ella que justifique reproducirla.
367
No hay fin que valga la pena cuando el medio para alcanzarlo no vale como ejemplo.
368
Con y pese a todo lo que difiere de uno, uno lleva en sí un observatorio universal.
369
Libertad regalada, libertad hurtada.
370
Para saber si uno es ciudadano de pleno derecho o un simple paria, basta con dar respuesta a este par de preguntas básicas: ¿Trabajas por gusto o necesitas empeñar tu tiempo, tu atención y tu salud en una ocupación remunerada para sobrevivir? ¿Defiende la policía tus intereses o los mantiene a raya?
371
Solo existe una utopía deseable: la que nadie es capaz de imaginar.
372
Incurre en simpleza el miedócrata cuando cree que a fuerza de terror puede conseguir los efectos que el plutócrata compra, pero este no es menos obtuso cuando cree que el dinero puede lograr la clase de rendición que solo se obtiene por la fuerza.
373
Nada asusta tanto al poderoso como un hombre sin miedo. Quien no teme al jerarca contiene en su haber un valor que intimida al despotismo: la fuerza modélica de la autoridad.
374
Soy de aquellos a quienes, sin necesidad de recurrir a la indulgencia, los dicterios y menosprecios no encuentran ya la satisfacción de herir con su avidez de la superioridad que no tiene. Conozco asimismo la delicadeza que madura solo en las cicatrices invisibles, en el envés del golpe zurcido donde se concentra una ternura que nadie más tiene el privilegio de conocer.
375
Cada punto ortográfico es una confesión de agotamiento o de agarrotamiento en el acto de dotar de estructura verbal a una idea abstracta.
376
Cambiar un error por otro a lo largo del antipático curso de las generaciones, tal podría ser una definición extensa de la cultura, pero asimismo de la historia, la biología y la existencia particular.
377
Entramos en la realidad por lo que no somos, no porque queramos ser. La plenitud ni acontece, ni lo precisa.
378
Cuanto más devora la codicia, más acusa el vacío que no puede colmar.
379
Puesto que nada nos permite atisbar ni intuir una meta definitiva, ni siquiera la que se presume en el umbral de la Muerte, el aprendizaje individual consiste en reconocer que el contenido de cada nivel de experiencia constituye una etapa necesaria dentro del proceso de extensión de la conciencia hacia la unidad conjugada de todas las variaciones del ser, cuya entidad es un misterio tan hondo y tan efectivo como interminable. «Lo único que existe —escribe Jacobo Grinberg— es una dirección adecuada o inadecuada. La adecuada está relacionada con la expansión de la identidad y con todo lo que pueda activarla, es decir, con el proceso de aceptación. La inadecuada es todo aquello que lleva a establecer una identidad restringida o limitada». No importa la meta, importa el rumbo. La idea no es en absoluto exclusiva, sino el resultado de una visión compartida que se revela en virtud de la capacidad personal de observación no circunscrita al estrecho perímetro del yo.
380
Desde el momento en que entendemos nuestros sueños como el follaje de un ser que extiende sus raíces más allá de uno mismo, sus ramificaciones en la vigilia adquieren la calidad instructiva de un simulacro, la resonancia íntima pero universal de un ejemplo destinado al reconocimiento, sin necesidad de aprobarlo ni de reprobarlo, del carácter arquetípico de la experiencia.
381
Pocas son las mentiras que no deben su máscara de verdad a la aclamación del vulgo. También las mentiras de la ciencia.
382
Una y otra vez dan los políticos sobradas muestras de ser más peligrosos por ignorantes que por poderosos, así que una y otra vez demuestran sus votantes que los vicios del amo está hechos a la medida del siervo.
383
Nada hay más enfermizo que reputar saludable la privación de libertad y nada tan execrable como que un médico la prescriba.
384
«La vida es imposible», volvería a constatar hoy Simone Weil. Ya ni siquiera parece viable soñar sin hacerse eco, sin amplificar las opresiones de la vigilia. ¡Maldigo a todos los obedientes que con su complicidad, sonámbula o deliberada, han hecho de nuestro vivir una órbita ciega, con cada rotación diaria desposeída un poco más de la trascendencia indispensable para no ser sólo un satélite exánime, un mendrugo de materia encarrilada de acuerdo con los comandos de un sistema tan matemáticamente frío como ontológicamente vacío.
385
Una plaga real de proporciones bíblicas, responsable de una mortandad nunca antes vista, no hubiera sido tan grave como el espíritu que hoy agoniza acorralado. Y lo más descorazonador es que los resistentes al proceso de aplanamiento mental sabemos que lo peor está por venir. Hasta mis sueños llegan las agresiones futuras llenándome de aullidos introvertidos… Todas las pesadillas son revelaciones prolépticas que anticipan y previenen, con la implícita refutación moral del horror sentido en ellas, la manifestación de pulsiones destructivas en el sueño colectivo de la historia.
386
Erguido va el animal humano como una ironía corporal de su carencia de elevación: cuando no deviene por naturaleza demasiado soberbio para ceñirse a los límites de su existencia, lo normal es que esté demasiado envilecido por la sociedad para desdeñar su multiplicación.
387
Cuando lo peor se ufana de su productividad, hacer lo menos posible es hacer lo mejor.
388
La realidad nos precede como un floema sensorial, mas solo cuando adviene hacia uno proponiéndole un enigma de proporciones creativas puede ser captado su carácter onírico y, he aquí la maravilla, es entonces cuando la conciencia se siente lúcida en mitad del sueño de la existencia.
389
Los temperamentos sutiles recurren a la cortesía para insultar.
390
Las dificultades colectivas sobreviven a todos los plazos.
391
En el corral de una cultura rendida al trastorno de su acatisia y que adora los rendimientos de la acción poco se comprende el poder abstencionario del desapego que, en lugar de contribuir a la espiral desquiciada del mundo, procura detenerla en proporción a sus renuncias. Un mundo, por cierto, cuya admirada «grandeza» encarna la reincidencia prolífica en el sufrimiento que lo caracteriza.
392
Sólo un inconsciente no siente miedo, pero sólo un pusilánime lo toma como guía. Sáquense las oportunas conclusiones sobre cuál es la mayor indigencia de nuestros días.
393
Que la oferta de adhesiones miméticas y reivindicaciones tribales sea tan extensa como inagotable demuestra bien a las claras que el desasimiento de un mundo que gira sin alternativa alrededor de la mercancía es la fuerza más combatida por los beneficiarios habituales del apego a un sistema donde la riqueza interior solo es un estorbo en su política de confiscación universal.
394
Cuando los vínculos de confianza mutua han colapsado por una u otra sinrazón multitudinaria, los individuos atomizados buscan en la lealtad fanática a una organización la sociedad que añoran y el sentido que no saben gestar en soledad.
395
Puesto que la comunidad ni aprecia ni respeta lo que uno hace sin su injerencia, ningún espíritu independiente debería molestarse en agradar a sus coetáneos.
396
Lo irreal y lo real son momentos distintos de un mismo lugar.
397
La extrema humildad, como la del asceta Poemen que osaba no responder por su nombre siempre que alguien lo requería, resulta indistinguible del extremo orgullo. Dejemos a la vista de los demás un poco de yo para que no se sientan ofendidos por la inmensidad del espíritu que lo ha vencido.
398
La realidad del caos tras la ilusión del orden es la ilusión del caos sobre la realidad del orden.
399
Como la llama del oxígeno, la credibilidad de un mandatario depende de la credulidad de los mandados.
400
No oteo ningún horizonte futuro que valga la pena. ¿Soy yo el corto de vista o es la actual deriva del mundo la que nos obliga a achicar nuestra experiencia para amoldarla a un nanochip? En esta tierra de mitomanías tecnológicas y chatarras humanas, la basura empieza a valer más que quien la expele. Llegaremos a ver contenedores inteligentes que dispararán una descarga paralizante al incauto que arroje en ellos el residuo incorrecto y deducirán en el acto de su cuenta bancaria la sanción correspondiente más el importe del latigazo eléctrico más la parte del león para el fisco en concepto de reto contra las emisiones contaminantes.
401
Se nos inculca desde críos que las instituciones consagradas por la sociedad responden a nobles funciones para disimular que la vida supeditada a ellas no va más allá de una cadena de esplendores malogrados.
402
La verdad de un hombre está siempre entre dos coños: el de su madre y el de la Muerte.
403
Nuestro mejor deber es, a la vez, un derecho: el respetar al que nos respeta y el de hacernos respetar cuando no somos respetados.
404
Tener fe en las preguntas es la manera cierta de no caer en el dogmatismo de la respuesta.
405
Cuando un prisionero del laboratorio humano intenta escapar de los rigores de la experimentación social, los primeros que lo censurarán serán los compañeros de infortunio que han llegado a identificarse con el papel asignado hasta el extremo de no querer ver más allá de las abominaciones del cautiverio.
406
Más que parir un bloque de hormigón duele estar circundado de imbéciles que aplauden la heroicidad de los operarios que ejecutan maniobras de exterminio sobre ellos, porque eso es ni más ni menos lo que hacen nuestros conciudadanos ante las pías ocupaciones de los discípulos del doctor Knock. «La salud es lo primero», balan los amodorrados pacientes mientras son conducidos con mala ciencia al matadero. La sabiduría oral, antaño popular, ofrece numerosas lecciones muy ajustadas al caso:
«El hombre cree, el alma duda».
«No hay peor ciego que el que no quiere ver».
«Quien cree de ligero merece que le engañe el embustero».
«Ver un buey volar, a muchos necios oí afirmar».
407
Casi nadie quiere hablar del narcisismo de vilipendiarse porque es un vicio del que casi todos son tan peritos como de la necesidad de ser engañado.
408
Sabemos que el mundo ha enloquecido sin remedio cuando lo deplorable es celebrado y deplorados son quienes lo constatan.
409
Cada crecimiento del nivel de conciencia comprende las escalas menores que lo preceden, y no es otra la causa de que un espíritu desarrollado haga siempre de tripas corazón con los desafueros de los atrofiados. Su magnanimidad no es fruto de la transigencia, sino de la aprensión.
410
Pensamos que la adaptación a un mundo que anhelamos radicalmente distinto nos humilla hasta que descubrimos la liberación que supone ser repelidos por él hasta el último umbral de la existencia.
411
Quizá porque siempre he estado cerca de mí mismo, la aversión hacia los fatuos y su fétido clima de convenciones ha sido crucial para el desarrollo del extrañamiento sin el cual no hubiera llegado a levitar por encima de la corriente, salpicado pero no tragado por el común burbujeo de acciones, posado a veces en la película de los acontecimientos con el hastío de no verle fin al delirio que los transporta…
412
La alegría sin libertad recuerda sospechosamente a un sucedáneo, tanto como la libertad sin alegría a un manjar envenenado.
413
Cuando el veredicto de la comunidad niega lo más propio, negar la vigencia del asenso que aquella produce como sistema de control mental no representa solo una tentación subjetiva susceptible de ser llevada hasta el delirio en los casos más extremos de ofuscamiento del ser social, sino ante todo una cuestión de dignidad que intenta preservar un principio de autenticidad contra la enajenación inherente a los roles asignados por los guionistas del relato dominante.
414
La imagen producida por un cadáver en descomposición a cielo abierto, o por un niño horriblemente mutilado entre las ruinas humeantes de una ciudad asolada por la guerra, no solo deberían quitarnos el apetito o hacernos reflexionar sin remilgos sobre las constantes que impulsan los anhelos humanos a lo largo de la historia, deberían conseguir primeramente que los más desaprensivos evacuasen sus ganas de procrear.
415
El eco que en lugar del prójimo encuentro cuando salgo en busca de correspondencias cebaría mi soberbia si no me sanase la humildad de escuchar atentamente a todos y cada uno de los hijos de la locura que vagan perdidos en esta cuenca histórica.
416
Lámpara tenebregosa. Frente a las tinieblas del mundo exterior el sabio enciende su resistencia interior.
417
«Bien está lo que bien acaba» es verdad como un templo por delante y por detrás; por delante porque bueno es que concluya lo que mal empezó, y por detrás, porque no puede terminar bien lo que mal se puede soltar. Tinieblas iniciales, tinieblas finales y, entretanto, una luz vacilante en la que interviene otra clase de oscuridad.
418
Puesto que son los medios los que deben justificar el fin, no hay obediencia que excuse una orden injusta.
419
Decir lo justo es callar mucho. No decir lo que se piensa es, por prudencia, mejor que decir lo que no se piensa.
420
Forzoso es que uno sienta grima por los que en vez de avergonzarse de su indignidad se justifican alegando que se subyugan por un fin mejor. Por muy denigrante que sea, entiendo que adaptarse a una vejación sostenida forma parte del acervo humano, pero negar la evidencia del suplicio mientras se padece es un resabio que enojaría al mismo Buda.
421
Una vez que uno se ve separado de sus coetáneos por un descubrimiento antropológico que con nadie puede compartir sin enemistarse, no existe retorno posible a la sociedad. Eludir la coincidencia en tiempo y espacio con los semejantes puede, en tal caso, no ser un acto de virtud, pero —¡albricias!— lograrlo es una señal inequívoca de buena suerte.
422
Horribles penalidades suceden mientras reímos, ¿es esta una razón para renunciar a las fugaces alegrías que nos visitan con la misma imprevisión y precariedad que nos abandonan? ¿Acaso es una impostura sentirlas justificadas porque son otros los que ríen mientras somos fustigados por las desgracias?
423
El peligro de aquellos que solo se sienten seguros en un régimen carcelario no es que desprecien su libertad hasta extremos inhumanos, sino que no soportan que otros la conserven.
424
Sólo una personalidad insignificante accede a multiplicarse por otra.
425
¿Para qué matarse si la Muerte nos precede? Ya que nadie puede decidir su nacimiento, quede al menos reservada para uno la potestad de elegir cómo y cuándo entrar en la Muerte, que es la casa de Dios y en el alma ha puesto su llave, tan seguro estoy de ello como lo estaba Abraham de Santa Clara de que «el hombre que muere antes de morir no muere cuando muere» y Pablo en su primera epístola a los corintios: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?». Téngase por verdadero, y acudo al magisterio de Marie-Louise von Franz, de que «es Dios o una Diosa quien trae la muerte al hombre y, cuanto más desconocido resulta este oscuro lado divino, más es considerado como negativo. Pero las grandes religiones siempre han sabido que la muerte y la vida son parte del mismo misterio divino que se encuentra más allá de nuestra existencia».
426
Todas las preguntas que el hombre puede plantear en vida serán respondidas cuando se abra la urna de enlaces atómicos que lo contiene.
427
Estar «en estado» es estar de parte del Estado.
428
Comprender que la savia del árbol del mundo es el alma es la mejor enseñanza para no malgastarla multiplicando sus frutos.
429
Confieso, a casi medio siglo de expulsión del seno materno, que mis vicios de carácter no han desaparecido; lo que los años hechos añicos han consumido es el vicio impostado de considerar ejemplares mis puntos débiles.
430
No es necesario estar en la resistencia, basta con ser una resistencia que caliente e ilumine una ruta alternativa a la robótica obediencia. Y si la cobardía te impide denunciar la injusticia que prospera gracias a la complicidad de tu silencio, celebraré que busques tu expiación a dos metros bajo tierra.
431
De la misma forma que una verdadera peste no necesita censura ni sirenas, solo una ciencia falsa recurre a policía y mercenarios de la noticia para hacerse valer.
432
Constatar con impotencia la idiotez ajena constituye otra forma de mentecatez… ¿no lo sabías? Te lo dice un reincidente a quien todavía le resulta asombroso que haya hominicacos que teman el contacto con un exosoma más que a caer en las freidoras de Satán y no se escandalicen lo más mínimo por la contracción del alma que implica ser cobaya de las peores arbitrariedades concebidas por los tecnócratas.
433
Quien miente a los demás por no incurrir en una incorrección demasiado sincera hace algo peor que engañarlos: compra con moneda falsa su tranquilidad social. La mentira no es tan hiriente porque burle la verdad, función que pese a todo implica el conocimiento de aquello que niega o adultera, como por la comunidad de intereses que supone, entre mendaces, estar de acuerdo en que vale más salvar la fachada de las apariencias.
434
Cuanto más se aproxima la concepción del ser humano a la imparcialidad, menos dista de condenar la sola idea de seguir concibiendo seres humanos.
435
Soy en extremo sensible a los recortes de alas, de las ajenas no menos que de las propias, pues manda el axioma que quien libre se quiere quiera la libertad de los demás incluso cuando quieren vivir como gallinas desplumadas.
436
Pretender ver la manifestación de Dios en la naturaleza es un majestuoso modo de asegurar que ni Dios ni la naturaleza acudan al encuentro de nuestra inervación real. Uno puede intuir que Dios está envasado en todas partes, mas craso error comete si omite que ninguna lo contiene.
437
Trabajar como hormigas para divertirse como cerdos, no es otra la máxima que gobierna nuestro días no solo en las clases populares.
438
El justificado sentimiento de culpa al que quizá no sea del todo ajeno quien parasita el trabajo de otros no debería utilizarse como excusa de la ruindad de la que no están exentos aquellos que se ganan el sustento con sudor.
439
Para pensar con despejo se ha de inmolar el orgullo personal, la lógica convencional, las esperanzas vanas y los abruptos temores, por lo general exagerados, a la curiosidad intelectual. Pretender abrirse paso en la negrura de la caverna sin haber emprendido antes esta ascesis de desprendimientos es solo una ilusión estéril para el propósito de esclarecer, dentro de lo simiescamente comprensible, la engañosa realidad que nos circunda.
440
Pasar de la energía a la materia hasta que solo quede un despojo, así es como uno se hace viejo. Pero la vida no es solo el cuerpo biológico sometido al envejecimiento que va contrayendo sus capacidades hasta reducirlas a poco más o poco menos que un saco de achaques, sino también, o sobre todo, la resistencia del alma frente a la ruina ontológica que ocasiona el asedio paulatino de las circunstancias.
441
Que este mundo signifique nuestra derrota también denota que nuestras victorias están a otro nivel, fuera del alcance de los múltiplos infernales de la realidad histórica, a salvo de cuanto las personas físicas y jurídicas hagan con o contra uno.
442
Para hacer un mundo es menester gente, sobre todo gente sin más mundo que hacer gente.
443
Si puede el hombre perderse por encontrarse demasiado consigo, echarse a perder sólo puede en compañía.
444
Mientras no seamos capaces de un reencantamiento de lo cotidiano, atascados seguiremos en la tautología maquinal de las mismas ordinarieces.
445
El error de la gestión forma parte de los capítulos de la conspiración.
446
Más lejos llega la dominación amable que la violenta, y no es otra la razón del impostor que se prodiga como filántropo.
447
Bajo la bota de la inmundicia se ve aplastada la cordura siempre que se permite a las autoridades aterrorizar a los indefensos, maltratar a los vulnerables, castigar a los inocentes, premiar a los verdugos, manipular a los niños, tutelar a los adultos, difamar a los honrados, criminalizar a los enfermos, secuestrar a los sanos y censurar a los disidentes que así lo denuncian.
448
Es muy posible que estemos tan predispuestos a sentirnos especiales, o tan insatisfechos con la vida tal como va, que en la necesidad de representar un papel destacado sobre la mediocridad genérica lleguemos a deformar nuestras circunstancias de forma inconsciente a fin de llamar la atención.
449
Hay quien se aferra al prejuicio de que «todo esfuerzo tiene su recompensa» con tal de no admitir que las consecuencias de sus decisiones han sido calamitosas. El esfuerzo, en realidad, sólo asegura el cansancio, aunque hilando más fino lo cierto es que el cansancio es un buen paso hacia el desengaño total de las ambiciones humanas, y difícilmente se hallará mejor recompensa.
450
Si la bondad no fuera de ordinario tan anodina, quizá la perversidad no gozaría de tantos afiliados.
Michael Hutter, A dangerous Crossing |
451
No hay duda, quien no cuenta con una autoridad que le sirva de modelo acarrea una carencia importante. Yo hallé la mía en las bibliotecas, en esos animales de sangre fría que son los libros.
452
«Autorrealización», qué forma tan curiosa de enaltecer los métodos que aseguran el desmoronamiento personal con una sonrisa oligofrénica.
453
«Si una enseñanza se está llevando el mundo es la de la melancolía», diagnostica a lo ciprés un amigo adiano. Si esta enseñanza es cierta, y no tengo motivos para sostener lo contrario, será más fácil entenderse con el mundo aquejado de ese humor una vez lo haya digerido. Es presumible que para un porcentaje creciente de personas el desembarco inicial de los simulacros que hacen girar la rueda social de las generaciones volverá repugnante la mera idea de perpetuar la factoría humana. Por esa grieta de acedia penetrará otra forma de luz en nuestras celdas; luciferina lección, si se quiere, mas también postergada, que iluminará de un tajo los aspectos menos plausibles, pero también los menos despreciables, de la condición homínida.
454
La rectitud no atiende a otra aprobación que la del quicio donde sostiene su juicio.
455
El pensamiento, actividad pura, es el metrónomo de nuestro avance consciente a través de los sucesos que hasta ese momento permanecían caóticos, invertebrados, extraños a una estructura narrativa ordenada en virtud de una trayectoria sustancial. Poder verdadero es el que ovula verdad con el pensamiento.
456
De las criaturas humanas podría decirse que tienen un origen noble porque nacen con un germen de alma. Lo realmente extraordinario es que lleguen al término de sus días sin que su divina semilla se pudra en su interior.
457
No conozco medio menos falible de fastidiar el mundo que tratar de gobernarlo.
458
Evaluadas con perspicacia, no hay belleza segura ni bondad pura. Quizá por eso la belleza eleva, la fealdad deprime, la bondad cura y la maldad ensucia.
459
El único modo de ser fiel a lo que se predica es no predicar.
460
El espíritu inspira, la voluntad aspira y el alma, entretanto, suspira.
461
Entre la libertad fatal del autocidio y la vejación supina de la esclavitud voluntaria existe un rango habitable… que cada día cuesta más encontrar.
462
Obviamente, el Estado castiga la violencia que un individuo puede ejercer contra otro no porque este le importe, sino porque aquel ha hecho uso de una propiedad, la fuerza, que el Estado considera suya en exclusiva.
463
Por desafortunado que pueda ser el uso dado a la libertad de expresión, nunca es tan infausto como el fanatismo que la cercena.
464
Tan inadmisible es querer reducir la existencia humana a la organización económica donde transcurre como soslayar el poder de esta realidad estructural a fuer de las necesidades del alma. Por mal avenidas que estén, mente y materia han de calibrarse mutuamente hasta que la Muerte las separe.
465
Amor plutónico. Lo más detestable de la mentalidad reptiliana que persigue el lucro pasando por encima de cualquier otro valor es que se cree tan superior a otras formas de existencia que, noramala, se arroga también el derecho a meter la uña en las riquezas intransitivas que no están en venta ni pueden ser apreciadas por su delirio de grandeza.
466
En defensa de los desocupados, que son objeto de envidia solapada por parte de aquellos que se precian de productivos y dianas de repulsa para las clases saqueadoras que poco pueden extraer de ellos, justo es destacar que a nadie hacen daño con su actitud y a todos nos indican, aun sin ser conscientes de ello, cuál es el rumbo a seguir para mitigar las posibilidades de explotarnos mutuamente de la manera más vil.
467
Cuán fácil, cómodo e incluso agradable parece obedecer cuando quien dicta las órdenes consigue extirpar de su séquito la necesidad de pensar.
468
Miedo, ignorancia, esperanza, reputación y necesidad constituyen las cinco caras de la pirámide de la dominación. Mientras el súbdito tema, obedecerá; mientras ignore, no verá más allá de la propaganda oficial; mientras espere un cambio proficuo a su fortuna, se adaptará a las penalidades presentes; mientras la opinión ajena trabe sus actos, su conciencia será su dogal; mientras se halle en una situación de dependencia (económica, moral, afectiva, médica o de otra índole), no podrá tomar decisiones soberanas. En consecuencia, una de las ocupaciones capitales del poder es asistirnos para que seamos medrosos, necios, ilusos, sufragáneos y deudores a su demanda, amoldables de principio a fin a sus intereses, el primero de los cuales es la preservación y el siguiente, pero no menos importante, la maximización del control.
469
La derecha culpa al Estado de las mismas prerrogativas que la izquierda reprocha a las corporaciones y cada una oculta, tras su porción de verdad, la responsabilidad compartida de estar contribuyendo, mutatis mutandis, a la maximización del fraude y al triunfo civil de la estupidez.
470
¿Cuántas veces nos habrán machacado con la monserga de que «vivimos por encima de nuestras posibilidades» los mismos agentes que especulan con nuestros sudores y miserias? En el mundo que por medio de mixtificaciones pretende revolucionar la camarilla totalitaria, la vida amistosa y familiar es un lujo vedado a la mayoría, ya que incluso para poder mantener el nivel básico de subsistencia el desposeído ha de acceder a endeudarse.
471
Todo el dinero que existe y ha existido en el mundo es de naturaleza fiduciaria. Incluso los metales preciosos y otras chucherías que a menudo han servido de patrón de respaldo a la moneda valen, ni más ni menos, lo que determina el poder militar de quien las acuña. Por más que se pergeñen refinadas excusas para esquivar esta realidad, lo cierto es que ningún sistema económico que reduzca las relaciones humanas al frío cálculo de costes y beneficios puede funcionar sin la fuerza constrictora de las armas.
472
Ser puesto en duda ofende, aunque no tanto como ser puesto en deuda por aquellos que no dudan de que, por activa y por pasiva, pagaremos.
473
Así como hay un populismo de Estado que a su tutela, patrocinio y avituallamiento se postula, hay también un populismo de mercado que predica, junto con la fe en la autorregulación de los procedimientos económicos, el dogma de que el capitalismo podría existir sin el auspicio de un aparato de control e intimidación social. A lo largo de los últimos dos siglos ambos fetiches ideológicos han aportado más locura que razón a la pugna entre los partidarios de uno u otro modelo y todo tipo de repuestos al mismo sistema de exacciones.
474
Que haya coherencia interna entre medios y fines morales no significa que unos u otros sean aceptables, sino que desde cualquier punto de vista moral lo inaceptable es la incoherencia.
475
¿Cómo va a ser el suicidio una evasión de la responsabilidad individual cuando se sabe a ciencia propia que morir es el retorno a la fuente? Quien así lo denosta demuestra su inmadurez para comprender que querer desaparecer no implica indefectiblemente querer huir, pues de ninguna manera es equiparable darse fin por haber vencido la voluntad de vivir que por haberla perdido.
476
Ni el sabio es ajeno a la necedad de dar por hecho que ser más inteligente que la media constituye una ventaja.
477
Mis certezas son escasas y vetustas, tanto que no podría asegurar nada nuevo sin producirme un tumor.
478
Por más que la estudio, apenas son cuatro los roles que descubro en las celadas de la historia: perseguido, perseguidor, finado y malsín. Para no vivir en la condición de fugitivo o represaliado, en este mundo hay que ser un contumaz hijo de Caín.
479
Cuando dos personas colocadas a distintas alturas tiran de los cabos de una soga, la de arriba tiene toda la física de su parte para caer. Lo mismo ocurre en las relaciones de poder, pero los sometidos raramente son conscientes de su fuerza latente.
480
Combatir diablos no es un crimen; el crimen es confundirse creyendo obrar con ángel cuando el propio demonio empuña las armas. Ningún mal justifica combatir con malos medios.
481
Ni el deseo ni el temor son infinitos; lo infinito es nuestro vicio de falsearlos creyéndolos susceptibles de represión o de superación. Lo que en definitiva orienta nuestra existencia es la forma de actuar respecto al magma de afectos que nos impulsan a embrollarnos en las condiciones exteriores pasando por alto el arquetipo que manifiestan.
482
Tan fundamentales son los derechos quebrantados por el terrorismo sanitario, que hablando con propiedad no son ya derechos sino siniestros humanos.
483
¿Qué respeto puede tener por la vida quien, lejos de luchar por el aire que le roban, consiente que le racionen el aliento por decreto? Entre los devotos que aglutina la servidumbre y los adeptos que moviliza el disparate, multitud son los convencidos de que respirar perjudica gravemente la salud. Y tampoco faltará quien postule el beneficio del ahogo por el rastro de carbono que evita expeler al medio ambiente.
484
Podemos estar seguros de que un tercero ha pensado por dos que opinan igual.
485
Tan oportuno es olvidar en la oscuridad un cuerpo estragado por la edad como superponer la presencia imaginaria de anatomías más halagüeñas: viejos recursos de libertino. Otro tanto le sucede al demócrata con los candidatos políticos que se le presentan.
486
Ser normal es un traje tan estrecho que sus costuras revientan con el menor ademán de pensamiento.
487
Nadie olvide nunca que cuando se arma a alguien para protegernos, armado queda para agredirnos.
488
Cuando el cobarde se halla en una posición dominante, no se consuela con la sumisión de los valientes, ambiciona que estos sean borrados de su territorio para poder sentirse menos inválido.
489
Primero perdimos la libertad de no estar bajo vigilancia, después la seguridad de no estar bajo sospecha y por último la intimidad elemental: ni dentro de nosotros nos dejan estar.
490
Hay sabiduría en poder hacer lo que uno quiere, no en querer hacer lo que uno puede, y sobre todo en poder no hacer lo que no se quiere.
491
Aún sigo creyendo en la existencia de signos que, debidamente trazados, abren montañas. Y que las cierran.
492
La libertad es un sueño que se sueña despierto. Y el hombre despierto no sueña otra cosa que liberarse de todo, incluso de su ser.
493
La diferencia entre una marioneta enajenada y otra consciente de los hilos que la atan al tinglado está en el género que cada una representa: la vida de la primera es una astracanada, la de la segunda un drama. Ser conscientes de la trampa no nos libera de ella, pero sí del error de creer que podemos liberarnos.
494
Tener luz propia entre espíritus apagados es una virtud que bien vale la pira.
495
Pregúntate dónde perdiste el seso si no ves el campo de concentración donde estás preso.
496
Altar de oquedades. Nada llena la ausencia de quienes parten para siempre queridos, pero ese hueco es su manera de seguir presentes dentro de los que vivimos.
497
Cuando la ira por la afrenta recibida dura más que la ofensa, al encolerizarnos nos herimos por duplicado.
498
¿Dónde están las voces de los poetas, de los filósofos, de los librepensadores, de los artistas que se declaraban comprometidos con las cualidades superiores del espíritu? Callan vilmente, como si con ellos no fuera la misión de atestiguar una visión franca de la realidad, como si sus torres no tuvieran los cimientos hundidos en las arenas movedizas de la historia o como si el alma requisada por los usurpadores fuera a refugiarse en ellos.
499
Ignoro lo que es la angustia desde que todo contexto me sirve de pretexto para estar en paz con la nada que tanta guerra causa a quienes no aceptan la coronación de la evanescencia.
500
El sino estaría libre de pesar si tuviésemos la certeza de que la Muerte supondrá, de una vez y para siempre, la inexistencia. Todo indica, empero, que cada momento acaecido dentro de la existencia persistirá eternamente porque ha sido grabado en el espacio con el alfabeto trascendantal del ser. Es esta vecindad con lo absolutamente imborrable que se actualiza a cada instante, y no la bruma de la Muerte, lo que está detrás del horror que se apodera de uno a poco que preste atención a la infinitud que inhalamos mientras somos aspirados por ella.
John Brosio, Dinosaurs eating CEO |
501
Ya es apropiado hablar de apocalipsis en su más severo sentido: los nuevos velos que cubren el vacío espiritual de la humanidad son, en puridad, sudarios.
502
No es menester tostar herejes donde la gente tiene por costumbre atender a una pantalla durante más horas que las dedicadas al sueño, a la lectura, al pensamiento o a la exuberancia de los sentidos. El campo de distracción de los dispositivos interconectados suple, de momento, la necesidad de habilitar campos de concentración.
503
Creer que una causa es más justa o razonable por ser mayor el número de quienes la apoyan es una necedad comparable a la de afirmar que el ejército armado con más efectivos merece la victoria.
504
Todos los gobiernos están en guerra contra la población; que la mayoría social no sea consciente de este ultraje tan solo demuestra que la derrota psicológica de los gobernados es casi absoluta.
505
Es improbable que lleguemos a tener la ocasión de una revancha contra los inicuos, pero siempre podemos hacer nuestro el momento de ser ejemplares. A mayores obstáculos, mayores virtudes.
506
Si la conducta es adecuada, su ostentación disminuye la conciencia de la virtud; y si no lo es, incrementa su falta con la falsedad que se le añade.
507
La ciencia que prioriza el conocimiento racional en detrimento del conocimiento intuitivo ni apta es siquiera para descubrir la pobreza de su espectro de epistemológico.
508
A semejanza de lo que antiguamente sucedió con la religión cuando esta era la principal fuente de validación de la realidad, hoy la ciencia ha sido secuestrada por el poder, que siempre está necesitado de disfraces.
509
El hombre no es más sagrado por ser hombre; lo sagrado está presente en el hombre mientras es capaz de sentir la sacralidad del sitio que ocupa en el cosmos.
510
La asunción de la Muerte es el valor incorruptible de quien sabe que la idolatría pervierte el genuino poder de la fe. O en otros términos: los siervos adoran, los fieles asumen.
511
Cuando naturaleza y espíritu recréanse en la experiencia, el Incógnito nos bendice.
512
¿Somos hombres hechos y derechos, con alma en cada célula, o somos temblorosas gelatinas? He buscado entre mis paisanos la respuesta y no he hallado espectáculo más deprimente que el de un pueblo rendido a las patrañas de unas parias convencidos de ser superhombres.
513
Comprenderás que nada hay que temer ni esperar de los demás cuando aprendas a ordenar tu existencia con la mirada puesta en la secreta unidad que la sustenta.
514
Aceptar una situación deplorable no es lo mismo que aprobarla, sino reconocer que puede ser desaprobada con la seguridad de que el ánimo no perderá su temple impacientándose frente al espanto.
515
Alégrate por la aciaga circunstancia que ha disuelto el negligente autoengaño en que hasta ahora vivías creyéndote afortunado por la posesión de una dicha aparente; alégrate por haber superado en esta hora amarga la nada fidedigna adhesión a la creencia de que los mortales podemos gozar de bienes extraños a nuestra fortaleza interior; alégrate, en fin, de que haya caído la costra de inveterada ignorancia que cubría la llaga abierta de tus ojos.
516
Contemplemos la mudanza de nuestras emociones igual que miramos la corriente de un arroyo variar con los accidentes que encuentra la clariosa mientras fluye.
517
Epicúreo por temperamento, estoico por el desengaño atesorado en la experiencia, escéptico a causa de la inteligencia insobornable que en todo tiempo me aconseja no atarme a dictamen alguno y, por encima de mi avatar existencial, criatura que acoge en sí un fractal del Ingénito.
518
Si como bien han constatado sabios de todas las épocas sólo se tiene lo que se da, dándonos a otros que sean capaces de apreciar nuestra entrega hemos de hallar el modo más certero de poseer lo único que cabe tener: el don de conocerse a sí mismo. Con justa verdad se dice que cuantos más bienes se buscan fuera de sí, más pobreza de recursos interiores se evidencia. A mayor abundamiento, pocos errores de juicio son más burdos que el de ponderar el valor de alguien por los bienes adventicios que no puede llevar consigo.
519
Pésima riqueza es la que arruina la quietud de quien la tiene y, en igual medida, de quien la ansía.
520
Morderse la lengua entre insensatos es un deleite superior del gusto estético intelecto.
521
Hablar claro hoy es hablar caro. En las economías de Judas ya se calcula el tamaño de una cruz a la medida de cada disidente.
522
Que el albur nada vale por sí mismo se hace patente en que su acción es ciega, ya que ni los espíritus superiores corren por serlo mejor suerte, ni los abyectos se ven mejorados cuando son favorecidos por la fortuna.
523
El denodado elogio de la «política social» es la cara sonriente que exige la capitulación del individuo ante los detentadores de la confiscación de intimidades y propiedades.
524
La última de las guerras que conocemos es la de los Estados contra sus ciudadanos. Cierto que así ha sido desde que aquellos existen, la diferencia es que como súbditos ahora valemos más muertos y enfermos que vivos y sanos.
525
Nos hemos acostumbrado a que el domador muerda al león, pero incluso el aguante de un peluche tiene un límite. Todo fin de fiesta puede transformarse en una fiesta del fin si el mañana persiste en no da tregua a los vencidos…
526
«El poder corrompe» al débil, por eso aun en el último escalafón de la pirámide social proliferan los gestapitos.
527
El honor que otorga un malvado en posición aventajada no es más digno de aprecio que quien lo concede.
528
Siempre que las autoridades públicas recurran a la salud o la seguridad para emprender una acción deberían tocar a rebato las campanas del sentido crítico, pues ninguna iniciativa gubernamental que empiece por blandir un pretexto moralizante se detendrá en su ambición de conculcar indefinidamente la soberanía que les queda a los gobernados. Viniendo del gobierno, no hay salud potable ni seguridad que no sea peligrosa.
529
Con todas las limitaciones que se quieran objetar, a imagen de la idea plasmada en una estatua se esculpe la psique en el rostro.
530
Contemplándose a sí mismo el divino intelecto genera universos. La imaginación de allende es ocurrencia de aquende.
531
Solo la repetición del éxtasis afianza la revelación. ¿Y qué nos es revelado en tal estado? No la plenitud esencial del ser, que excede infinitamente nuestras limitadas capacidades de aprehensión, sino el sentido luminoso de que esa plenitud existe, así como la estela significativa que el alma universal imprime en la conciencia que la siente ligada al flujo, tan ansioso como accidentado, de la existencia.
532
Bueno es ver para el que abre puertas a lo remoto aunque nada bueno vea en lo inmediato.
533
La duda es la más elevada forma de razón. De razón buscada, nunca poseída.
534
El corazón despechado murmura siempre en contra de la verdad que lo hirió.
535
El venusino experimentado no ignora que la mujer apropiada en la que atesorar la gema de su amor no es una en exclusiva, sino la combinación variable de cuantas ha amado, ama y amará.
536
Amar las cosas por sí mismas, por lo que son en sí desde su capa de apariencia hasta el núcleo del que han emanado de forma natural, es tan propio del espíritu como intentar escapar de las convenciones que la sociedad produce como prótesis a expensas de manifestaciones más armónicas de la naturaleza del ser.
537
Ver lo transitorio a la luz de lo eterno no es posible, mas no es imposible ver lo eterno entre las luces y sombras de lo transitorio si el espíritu está encendido, atento en su intuitiva omnisciencia a las variaciones que componen la partitura universal. Todo, en todas partes, ocurre a la vez.
538
Una vez que nuestro metabolismo se detenga, ¿de qué realidad podría la experiencia individual dar cumplida cuenta ante el juzgado de su conciencia, purificada por el desasimiento corpóreo, salvo de la incertidumbre de haber vivido una pesadilla, no exenta de episodios sublimes ni del gozoso resplandor de la belleza, que no por ser ilusoria de principio a fin carece de valor para el espíritu dado que ratifica su origen extrahumano, poético y atemporal, no sujeto a las fantasías de una especie ni a los intereses de un individuo en particular?
539
El miedo, que nunca puede dar razón de vida, a sí mismo se basta como razón de servidumbre hasta el óbito.
540
No existe enfermedad más contagiosa que el miedo, ni secuela más perniciosa para los inmunes a ella que el gregarismo de quienes lo padecen. El miedo es una vesania que causa epidemias de obediencia criminal y la única forma eficaz de inmunizarse contra él es el amor a la integridad, con mayor razón si cabe cuando las circunstancias lo convierten en un amor imposible.
541
Vemos cómo la casta gobernante esgrime la «salud pública» para robarnos hasta el aire y cómo nos fuerza a pelear contra amigo y familia por cada bocanada; vemos cómo apela a la «responsabilidad» para socavar, una por una, las relaciones personales sin las cuales no hay siquiera la necesaria urbanidad entre convecinos; vemos cómo secuestra la ciencia para extirpar «por consenso» cualquier foco de discrepancia respecto a su dogmática; vemos cómo propugna una «unidad» de percepción que ha transformado la sociedad en una experimento totalitario y ¿tienes aún la desfachatez de espetarme que soy un «insolidario» por resistirme al empacho de comulgar con una hez de preceptos que harían vomitar al conejillo de Indias menos exigente?
542
No principia el genuino sentimiento patriótico por la defensa de un territorio, arriba a esta defensa por amor al paisanaje que lo enriquece de significado con su modo de vida. La conclusión que se deriva es manifiesta: no hay patria que valga donde no se combate al Estado que prospera a expensas tanto del territorio como de sus habitantes.
543
Cuando una ley es inicua y absurda, justa y responsable es la desobediencia. Su acatamiento, por el contrario, involucra al cobarde, al masoquista, al ignorante y al sicario que alberga en sí todo ciudadano sumiso.
544
El monstruo dormido de la tiranía despierta siempre que una alarma social hace trabajar a destajo la vigilancia mutua. Cuando a la voz del nosotros claman los poderosos en batida contra otros, todos somos ellos.
545
Participar en las elecciones de un sistema de partidos donde nadie se hace responsable de los abusos que lo mantienen significa consentir que los electores sean considerados, a la postre, los únicos culpables de su mal funcionamiento, luego amén de un acto políticamente inútil supone un atentado contra la propia inteligencia de quien lo ratifica.
546
Donde no hay orden y concierto entre representantes y representados, cuando el concepto alucinatorio de «sociedad civil» tiene más peso en el mundo real que la significación de la individualidad, podemos dar por sentado que el afán de control y el allanamiento del consenso han triunfado.
547
En un mundo que se cierra sobre sus propias mentiras, ser censurado es el premio por haber hecho diana.
548
Regocijémonos no en la superficie de las cosas sino en el fondo del alma, donde extiende su lecho eterno la verdad.
549
Vaneigem proponía la máxima de actuar «como si el futuro no tuviera que existir nunca», una idea que también fue la mía durante la sinuosa juventud. Si hoy tuviera que pronunciarme, diría por el contrario que vivir como si el mañana hubiera pasado contribuye a equilibrar cada momento sin perder su articulación con todos los que conforman nuestro tren de experiencias.
550
La terapia del miedo nada cura, pero es forma segura de estropear la gracia que hace la vida más amable, menos dura.
551
Que la Muerte no avale la certeza de ninguna doctrina nunca ha sido impedimento para las ideologías que presentan como aval a los fanáticos dispuestos a morir por ellas.
552
Es posible que el fanático convenza a algunos de que su dogma es la única verdad, pero con la hostilidad que dirige contra quienes no encajan en su parca visión del mundo lo que deja fuera de duda es su impotencia espiritual.
553
Aviso a los místicos: el todo no excluye su falsificación.
554
Después de haber superado ciertas experiencias, decir yo es una obscenidad.
555
Cada generación construye su particular forma de ceguera con la paja que encuentra en los ojos de las precedentes. Nada tiene de excepcional, pues, que cada generación parezca noble comparada con la siguiente.
556
Al nadar a favor de la corriente de la historia lo consideran amos y lacayos actuar con «sentido común», como si la responsabilidad individual consistiera en ser un muñeco dócil de los ventrílocuos que planifican el curso de los acontecimientos. Contemplado desde la orilla, su común baño en la barbarie deviene tan inmundo que ya no pueden volver atrás sin complicar su situación en el revuelto curso de una realidad que los arrastra como peces muertos.
557
En la Unión Soviética encerraban a los disidentes políticos en frenopáticos no tanto por la voluntad de castigarlos como para enmendarlos, ya que los partidarios de aquel régimen vivían convencidos de que sólo un tarado podía repudiar el maravilloso paraíso del socialismo. Tengámoslo bien presente, porque al riesgo de caer en los triajes del estamento iatrogénico por un simple resfriado —«son más los mandados que los llamados», denuncia el refrán—, se añade el nada desdeñable chantaje social que los bandeirantes de la filfa, los esbirros del nuevo modelo antropecuario, ejercen contra todos los que presentan el saludable síntoma de querer vivir sin someterse a la psicosis que impone el canon teratológico del Estado Terapéutico.
558
La mayor evidencia de la falsedad de un relato social es su apremiante necesidad de encontrar culpables para mantener su credibilidad después de haber esquilmado hasta la saciedad la utilización política de las víctimas.
559
O se vuelve uno emblemático para sí mismo, o se acomoda en una vulgar copia.
560
Nada es más consistente que la perfidia y nada, por ende, más necesario que la firmeza de la benevolencia que ha de resistirla con denuedo.
561
Los simios armados de palabra hemos servido antaño de divertimento a los dioses, pero desde que estos se cansaron del cansino espectáculo de nuestras pasiones algunos monos endiosados ocupan su lugar con una soberbia diabólica.
562
Quien no se prepara para nacer por segunda vez (para terminar de nacerse, hablando con propiedad), vive subordinado a algún sucedáneo del cordón umbilical: matrimonio, opinión pública, carrera profesional, idolatría religioide o, simple y llanamente, la necesidad de ir por la vida inculpando a los demás de sus fracasos.
563
El Absoluto, que es otra forma de aludir a la integridad del sí mismo, cristaliza con los más diversos aspectos dando así lugar a una gema de otredades. Todo es todos, por lo menos.
564
Más disciplinado que quien se somete a las reglas de un arte es quien descubre el arte de disciplinarse según sus propias reglas.
565
Sin espacios en blanco el sistema universal sería el descomunal accidente que parece a ojos de una ciencia miope.
566
La noción de que pueda haber seres inorgánicos dotados de conciencia da vértigo porque induce a pensar en la proyección multidimensional de una vasta inteligencia artificial que modula los procesos naturales subyacentes. Como creatura que soy, encuentro más simpática —aunque no necesariamente más exacta— la idea de un cosmos que crece, juega y respira frente a la de otro que computa, registra y archiva.
567
Este siglo nos enseña que pedirle neutralidad a la veracidad es pedirle que no sea. Dignidad es la clave que tantos congéneres han olvidado desde que se nos ha sometido a un reinicio epistémico mediante coacciones disfrazadas de paliativos. Con todo, lo que más asquea de esta purga de almas es que los obedientes que colaboran con ella, todos los que en definitiva temen vivir con una dosis mayor de libertad, realimentan el supremacismo moral que les proporciona sentirse respaldados por el poder contra los objetores de conciencia, sujetos omisibles bajo su criterio. La peste de artificio en la que han encontrado un nuevo sentido de pertenencia es como un campo magnético del que no es posible zafarse porque procede de un atractor perverso que no hay modo de anular mientras permanezca incuestionado por la mayoría de los que han sido galvanizados por la propaganda.
568
Lo ideal sería que cada uno habitara la superficie de terreno que pudiera recorrer a pie hasta caer rendido, lo que daría lugar a nueva y exclusiva medida de superficie: la pateada. Tan desigual, claro está, como ajustada a la naturaleza de cada caminante y útil, quizá, como medio de estimar los límites del crecimiento demográfico, que siempre serán un mal menor frente al óptimo cero.
569
La molicie produce larvados temores a perder la tranquilidad, los temores larvados no resisten la exposición a un peligro, el peligro desata la histeria de los que hasta el momento de alarmarse vivían con excesiva comodidad y la histeria, sólo un imprudente lo negaría, es el estado emocional adecuado para reducir un pueblo a la servidumbre sin necesidad de pegar un tiro.
570
Los sectores profesionales más preparados para gestionar el orco son: sanitarios, políticos, policías, militares, eclesiásticos, periodistas y banqueros, no necesariamente por este orden pero necesariamente en la nómina de aquellos a los que nadie interesado en atenuar el componente infernal de la existencia debe rendir pleitesía.
571
Paradojas. Me consta que hay misántropos que festejan el toque de queda por el silencio de almacabra que ha impuesto a las noches de jarana ajena, tímidos redomados que elogian el velo forzoso que les facilita el anonimato entre amenazadoras multitudes, enconados amantes de la libertad que invocan el arresto domiciliario de un país por el horror de quedar a merced de la paranoia colectiva.
572
Que la realidad social confirme los peores presagios de una mente lúcida es también el mejor motivo para incrementar la confianza de la inteligencia en sí misma.
573
«Derechos fundamentales» y «libertades civiles» son las mentiras modernas que el poder distribuye a mansalva entre sus súbditos en los tiempos de bonanza, cuando el verdadero aspecto de la dominación permanece bajo el hechizo de la tranquilidad.
574
El verdadero irresponsable, en vez de cuidar de sí mismo, espera puerilmente que el crimen organizado en forma de Estado lo proteja.
575
Si fuera decretada la prohibición de mirar sin hacer uso de antiparras oscuras, ¿cuántos no dirían que la naturaleza tiene ojos terroristas?
576
Desde el sostenido esfuerzo de levitar sobre la corriente donde menos penoso pareciera caer de una vez y para siempre, se atisba que más pronto que tarde la inteligencia que la contempla será derribada.
577
¿Qué puede ser más patológico que imitar una conducta solo porque la sigue el mayor número? ¿Y qué más kamikaze que oponerse abiertamente a esa fuerza de arrastre pudiendo fingir conformidad? Al lebrón, agazapado en el surco de los hábitos pancistas de la mayoría, le complace convencerse de que su gregarismo es un ejemplo de prudencia no menos que al audaz le reconforta sentirse notable frente al hato. Defensor de su honra este, delator aquel de la ajena, ambos encuentran en la misma situación que los opone dos vertientes óptimas para la petulancia, si bien el demérito recae sobre el dislate que ampara su razón en la embestida de una multitud, pues el envanecimiento cometido por una empresa solitaria está expuesto a reveses tan terribles como la lapidación moral, el presidio e incluso la pena máxima, y si se hace abstracción del valor que puedan tener las causas por las cuales una persona asume tales peligros, la capacidad de pensar y obrar fuera de serie es una virtud preciosa de por sí.
578
El perdón no existe; lo que suele recibir ese nombre es la muerte del ofensor o el olvido del ofendido.
579
Para saber si uno está realmente arrepentido de una mala acción, debería responder con honestidad a este supuesto: ¿estaría dispuesto a retroceder en el tiempo hasta el momento anterior a mi fechoría pese a no poder regresar al presente después de haberla evitado?
580
Cuando vaticinamos el futuro, sea en sueños premonitorios o en una vigilia extrasensorial, nos hallamos en comunicación telepática con nuestra mente venidera, establecemos un puente cognitivo con ella, lo que explica por qué los individuos capaces de presciencia no pueden sondear los acontecimientos más allá del tiempo que abarca su existencia, excepto en los raros casos en que pueden abrir una vía de conexión con mentes más longevas que la suya.
581
Con ocasión del allanamiento de un reducto personal, la comunidad impone su marca oficial como un estigma porque la humillación es el trofeo mínimo que las convenciones sociales se cobran en venganza por la osadía de emprender aventuras demasiado singulares.
582
El distanciamiento del mundo es un lujo que el propio mundo estropea. Para quien trata de hacer de su existencia alejada un ejemplo de aproximación a las fuentes de la sabiduría, él mismo se convierte en su más recurrente obstáculo, bien por la flaqueza de ser atraído por deseos que sólo puede satisfacer en compañía, bien por el espejismo de llegar a sentirse superior a los demás.
583
El hombre con su sombra nunca está solo, pero la sombra con su hombre no puede estarlo más.
584
Tan vasto es el tesoro del espíritu, que el corazón que lo conoce ha de guardarlo en la renuncia al mundo, ajeno a las garras del esfuerzo y al desgarro de las pasiones.
585
Acrecienta tu llanto, compadécete de ti mismo si quieres, pero no dejes por ello de admitir que el conocimiento que te han proporcionado los desengaños sobre la naturaleza humana tiene un valor que ningún señuelo de bonanza puede proporcionar.
586
Preciso es descorchar la conciencia para escanciarla en el cáliz cósmico de la experiencia. Otra forma de expresarlo es que el alma universal concede al término de cada existencia una visión integradora de su viaje a través de la materia porque la lección culminante del arte de vivir no es otra que la de aprender a morir. Para emprender el ascenso de esa cumbre es prioritario desprenderse de toda carga superflua adquirida en la mina de la existencia. No se tenga vértigo ni se tema el despeño: a su debido momento descubriremos que ya hemos conocido los misterios que nos restan por vivir y que las pistas que lo anuncian dondequiera son tan solo el preludio de una visión panorámica en la que encajarán todas las piezas.
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Te debes una buena muerte; lo demás es accesorio.
Paul Rumsey, Danse macabre |